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viernes, noviembre 14, 2008

El Che Guevara como escritor y lector

El pasado domingo el suplemento Radar de Libros de Página 12 publicó un artículo de María Moreno sobre los diarios del Che Guevara, a saber: Diario de motocicleta, Pasajes de la guerra revolucionaria, El diario del Che en Bolivia y Diario del Congo, en los que el autor "consignó su prehistoria revolucionaria, cifró esa pulsión por el camino que lo emparienta con los beats norteamericanos, registró el rigor con que comandaba a sus hombres y hasta sembró claves que hoy, con los resultados a la vista, podrían tentar a leer en ellos profecías de un destino ineludible. Pero sobre todo, registran una vocación que –a diferencia de Walsh– no está reñida con el revolucionario y revelan a un escritor que marcha hacia la muerte en una gesta contra el imperialismo pero también contra el imaginario del oficinista de Kafka y del ingeniero de Sartre". Por otra parte, este mismo diario publicó el pasado mes de febrero un artículo de Ricardo Piglia sobre el Che Guevara como lector. "El ejemplo antagónico y simétrico es desde luego Gramsci, un lector increíble, el político separado de la vida social por la cárcel, que se convierte en el mayor lector de su época. Un lector único. En prisión Gramsci lee todo el tiempo, lee lo que puede, lo que logra filtrarse en las cárceles de Mussolini. Está siempre pidiendo libros y de esa lectura continua ('leo por lo menos un libro por día', dice), de ese hombre solo, inmóvil, aislado, en la celda, nos quedan los Cuadernos de la cárcel, que son comentarios extraordinarios de esas lecturas. Lee folletines, revistas fascistas, publicaciones católicas, lee los libros que encuentra en la biblioteca de la cárcel y los que deja pasar la censura, y de todos ellos extrae consecuencias notables. Desde ese lugar sedentario, inmóvil, encerrado, Gramsci construye la noción de hegemonía, de consenso, de bloque histórico, de cultura nacional-popular. Y obviamente la teoría de la toma del poder en Guevara (si es que eso existe) está enfrentada con la de Gramsci. Puro movimiento en la acción pero fijeza en las concepciones políticas, nada de matices. Sólo es fluida la marcha de la guerrilla. No hay nada que transmitir en Guevara, salvo su ejemplo, que es intransferible. De esta imposibilidad surge tal vez la tensión trágica que sostiene al mito. La teoría del foco y la teoría de la hegemonía: no debe de haber nada más antagónico. Como no debe de haber nada más antagónico que la imagen de Guevara leyendo en las pausas de la marcha continua de la guerrilla y la de Gramsci leyendo encerrado en su celda, en la cárcel fascista. En verdad, para Guevara, antes que la construcción de un sujeto revolucionario, de un sujeto colectivo en el sentido que esto tiene para Gramsci, se trata de construir una nueva subjetividad, un sujeto nuevo en sentido literal, y de ponerse él mismo como ejemplo de esa construcción", señala Piglia. Incluyo, por último, a propósito del Che, un poema de Róger Santiváñez que forma parte de su primer poemario Antes de la muerte, publicado en 1979, y que en cierto modo se constituye en una versión poética de El diario del Che en Bolivia (publicado en forma de libro en 1968), entonces lectura de cabecera de Santiváñez. El campo semántico dominante del poema se refiere concretamente a elementos que forman parte del manual del guerrillero. El texto comienza con el verbo "partimos", imitando el modo con el que el Che Guevara solía iniciar su diario de campaña. El poema recrea sobre todo las partes del diario que informan los movimientos de la columna guerrillera en la selva boliviana ("Partimos en el silencio de la madrugada," "Ahora caminamos limpios y serenos", "Amamos el olor de la tierra", "Después nos tendidos y fumamos en secreto / o hablamos para no olvidar los nombres señalados") y se constituye como una ficcionalización de lo que el Che pensaba y escribía durante los días de su lucha revolucionaria, a modo de visión o versión interior de lo que el guerrillero iba experimentando. A continuación, el poema.

HOMENAJE A ERNESTO CHE GUEVARA

Partimos en el silencio de la madrugada,
la noche ocultó sus siluetas y su dulce
cartera roja,
el invierno abrió nuestro antiguo amor,
los brillantes filos del lenguaje nos quedaron
como láminas de una intensidad recóndita.

Ahora caminamos limpios y serenos,
el viento aceraba el cuerpo de quien
canta invitado por el sol.
Amamos el olor de la tierra y lo que pronto
conocimos del mar.

En el sueño de las muchachas
que bajan con su frentes heridas y deslumbrantes
como el deseo de los pueblos marcados
por el dolor, los solitarios van aprendiendo.

Eso está en el sonido de las ramas,
en el poniente que apacigua la batalla,
lejos del calor de una blusa concreta.

Después nos tendidos y fumamos en secreto
o hablamos para no olvidar los nombres señalados.
Mi rostro había vuelto a ser el mismo
con el trazo agudo de un corazón mortal y fresco,
con las flores que junté para tirar del gatillo
y remover el plumaje de la sangre y la melancolía.