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martes, agosto 12, 2008

Los intelectuales y el poder

Acaba de publicarse el libro Intelectuales y poder. Ensayos en torno a la república de las letras en el Perú e Hispanoamérica, ss. XVI-XX, editado por Carlos Aguirre y Carmen Mc Evoy. En la introducción al volumen ambos estudiosos señalan que "el interés central de esta colección de ensayos no radica en escribir una 'historia intelectual' en el sentido de 'historia de las ideas' —aunque sin duda es parte del esfuerzo— sino en intentar hacer lo que podemos llamar una sociología histórica de los intelectuales que nos permita entender las condiciones en que desarrollaron su trabajo; los soportes materiales que utilizaron; las estrategias que usaron para negociar, someterse, o enfrentarse al poder; las formas en que utilizaron redes de amistad, prestigios sociales y académicos, formas de ejercicio de la autoridad y mecanismos institucionales; y las relaciones entre los intelectuales y las clases y grupos sociales de los que provenían, pretendían representar y conformaban su público. Nos interesa, por tanto, estudiar a los intelectuales en tanto agentes en las luchas de poder, activos participantes de debates y conflictos, inmersos en las tensiones de su tiempo. Es en esta encrucijada entre el trabajo de la inteligencia y sus efectos (y limitaciones) en la naturaleza pública y política de sus actos donde radica —creemos— el verdadero desafío que tenemos: entender, históricamente, el rol que han desempeñado los intelectuales en nuestra sociedad". A su vez, Aguirre y Mc Evoy advierten que la propuesta del libro incluye "una serie de análisis concretos sobre ciertos nudos de problemas que los intelectuales peruanos e hispanoamericanos debieron enfrentar en su relación (simbiótica, conflictiva y cambiante) con el poder. Así, más que una propuesta 'cerrada' ofrecemos al lector una invitación a acercarse al mundo fascinante de las relaciones entre intelectuales y poder a través de estudios de casos concretos localizados en tiempos y espacios muy diferentes". El libro se divide en cuatro partes. La primera se titula "La ciudad letrada colonial: conflictos y disidencias", e "incluye cuatro textos que analizan diversos aspectos de la relación entre letrados y poder": Pedro de Oña analizado por Pedro Guibovich, Pedro Peralta y Barnuevo por José Antonio Rodríguez, José Eusebio Llano y Zapata por Víctor Peralta y, por último, Bernard Lavallé "enfatiza la importancia de analizar a los letrados coloniales en sus relaciones con el poder, especialmente con los virreyes". La segunda parte del libro, "Prácticas culturales e intelectuales en los orígenes del Estado-Nación", incluye un ensayo de Margarita Garrido sobre el colombiano Antonio Nariño, otro de José Ragas sobre "la consolidación de un 'monopolio de la información' que se inicia durante el periodo de las Reformas Borbónicas" y que se constituyó en "el mayor desafío de los Estados modernos", así como un estudio de Ana María Stuven sobre Martín Palma. Por su parte, Marcel Velásquez analiza las novelas de folletín de Julián M. Portillo y Narciso Aréstegui, mientras que Luis Felipe Villacorta "muestra el encuentro entre los intentos modernizadores del Estado peruano y un científico [Antonio Raimondi] interesado en ser parte de su proyecto civilizador". La tercera parte, "La construcción intelectual del Perú moderno", incluye un ensayo de Jesús Cosamalón sobre "el contrapunto entre identidad nacional y americanismo en la obra de Manuel González Prada", otro de Juan Fonseca sobre "las relaciones entre los intelectuales y la religión a comienzos del siglo veinte [...] a través de una reconstrucción de la experiencia de John A. Mackay y sus relaciones con los intelectuales peruanos de la llamada 'generación del centenario'", otro de Carmen Mc Evoy sobre Francisco García Calderón, y uno más de Augusto Ruiz Zevallos en el que "ofrece una provocadora relectura de las ideas de los intelectuales de la llamada generación del centenario que ellos esgrimían sobre los indígenas". Por último, Ricardo Salvatore "somete a escrutinio las ideas y prácticas de tres intelectuales —Luis E. Valcárcel, Julio C. Tello y Alberto Giesecke— para discernir hasta qué punto lo que él llama el 'imperio informal americano' influyó sobre las definiciones de 'peruanidad' que dichos intelectuales formularon". En la cuarta y última parte del libro, "Más allá de la ciudad letrada: los intelectuales y las tensiones de la esfera pública", Zoila Mendoza analiza "la manera en que los intelectuales —en este caso, artistas y folkloristas cuzqueños— se involucraron en intensos debates en torno a las definiciones de lo cuzqueño, lo peruano, e incluso lo americano, durante las décadas de 1920 a 1950", Carlos Aguirre remite "a una de las experiencias más dramáticas en la relación entre los intelectuales y el poder: el encarcelamiento que sufrieron muchos de ellos por sus ideas o sus acciones, y la manera en que luego ellos procesaron esa experiencia en su trabajo creativo e intelectual", Jeffrey Klaiber resume "las relaciones entre los intelectuales y la religión en el Perú del siglo veinte", y Charles Walker "ofrece una apretada síntesis de los notables avances conseguidos por la historiografía peruana en los últimos veinte años, enfatizando el hecho de que ahora tenemos una imagen del pasado peruano mucho más rica y variada: nuevos grupos sociales y étnicos han sido incorporados a la exploración historiográfica, regiones antaño relegadas han merecido la atención de los historiadores, temas de investigación antes considerados irrelevantes han sido admitidos como 'legítimos', y las preocupaciones del presente continúan guiando muchos de los esfuerzos de los historiadores". Finalmente, como plato de fondo, el libro incluye un epílogo de Jean Franco en el que "con su habitual erudición y profundidad analítica, la autora cuestiona algunos esfuerzos recientes, especialmente el de la académica francesa Pascale Casanova, por pensar la república mundial de las letras siguiendo un modelo que, detrás de una declaración de buenas intenciones, terminan reciclando viejas visiones eurocéntricas y reproduciendo lugares comunes sobre las condiciones de producción y los criterios que guían la formación de tradiciones literarias e intelectuales en América Latina".

En la foto: Carmen Mc Evoy, coeditora del libro.