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viernes, agosto 15, 2008

Labranda neobarroco

Labranda, el más reciente poemario de Róger Santiváñez, presentado a inicios de mes por Mario Montalbetti, ha sido "trabajado por sonidos, como si se tratara de una partitura musical. Yo no trabajo de acuerdo al tema sino de acuerdo a los sonidos, al fraseo musical y voy encontrando el sentido, voy hallando la semántica y después aparece la música de cada poema", comentó el autor en una entrevista publicada el pasado mes de julio en la página cultural de La Primera. Por esos mismos días, Francisco Melgar dedicó una breve nota al libro en su columna Entre líneas de la sección cultural de El Comercio: "Vale la pena recordar que Roger Santiváñez fue el principal instigador de Kloaka, notorio y radical grupo literario de los convulsos años ochenta, además de autor de El chico que se declaraba con la mirada, uno de los poemarios mas emocionantes, originales y emblemáticos de las últimas dos décadas. Radicado en EE.UU. desde hace varios años, Santiváñez aprovecha una visita relámpago a nuestro país para dejar en estantes un nuevo libro: Labranda, que lo encuentra escribiendo con un pulso sigiloso, cerebral y contenido, que sin duda sorprenderá a aquellos que recuerdan las prosas encendidas e incendiarias de su famoso libro ochentero. De todas formas, es notable la búsqueda incesante de Santiváñez por encontrar nuevas formas literarias que eviten dejarlo petrificado en un pasado al que, al parecer, ya no vale la pena volver más". Y en la edición de esta semana de Caretas 2040, Teobaldo Pinzas publica otra breve nota en la cual apunta que Santiváñez "ha dibujado una abultada elipsis dentro de su trayectoria poética para llegar a donde se encuentra ahora. Labranda, su último poemario (Hipocampo Editores), lo coloca en el punto culminante donde las vertientes de la poesía conversacional se ven sofocadas, in extremis, por la brillante sonoridad de una nueva forma de decir. Ya se veía venir desde Eucaristía, anterior poemario donde el lenguaje comenzaba a echar chispas por sí solo. En palabras del propio Santiváñez: 'Ya no haces poesía con un tema, sino con sonidos: escuchas primero un sonido interior y eso te lleva a otro. La semántica, el sentido, nace del sonido, porque ese sonido ilumina en ti un recuerdo, un tema, una memoria'. No solo se evidencia un lenguaje diferente –más prístino, más delicado y hermético– que el de sus anteriores poemarios, sino que Labranda abre un nuevo proceso de génesis dentro su obra: la creación desde el sonido fortuito y el poema como su ulterior consecuencia. Actual heredero del gran Lezama Lima, Santiváñez resume su reciente ars poética en pocas palabras: 'El secreto es justamente decir las cosas sin nombrarlas, desde el contorno'. Celebramos a este renovado Santiváñez y su floreciente faceta neobarroca". Precisamente un reportaje publicado en la edición piurana de Correo lo presenta como "Un poeta neobarroco". Y ya Catalina Quesada Gómez, de la Universidad de Sevilla, en un trabajo suyo a propósito de Eucaristía señalaba que la poesía de Santiváñez se dirigía "hacia el neobarroco eucarístico".

En la foto: carátula del poemario, la cual fue diseñada por Alfredo Márquez.