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sábado, mayo 31, 2008

Berlín y la memoria


Por Victoria Guerrero

Desde la primera vez que llegué a Berlín me ha llamado poderosamente la atención la conciencia histórica de esta nación. Su convivencia con la muerte y la tragedia es algo que se respira en las calles, en sus plazas, en sus monumentos y museos en honor a los judíos y militantes comunistas asesinados en aquel hospital de la muerte que fue el campo de concentración nazi. A veces el exceso al recordar la tragedia puede que canse, pero nunca serán suficientes los homenajes para restituir el dolor de tanta pérdida y de tanta muerte perpetrada por Estados oprobiosos.
Al mismo tiempo, el muro (Mauer) –que físicamente no existe sino para el turismo- sigue presente de manera simbólica. Todavía hay una generación joven que pasó sus primeros años del "otro lado". Así que en el imaginario de esta generación, el "oeste" sigue siendo otro país, el lugar donde estaba la libertad, que hoy no ha podido cumplir su sueño de bienestar económico para todos. Allí es donde surgen los grupos neonazis, que acusan de su falta de trabajo a los extranjeros que viven en este país. Mientras que para los del Oeste, el Este es su parte pobre y marginal, aquellos a los que hay que sostener económicamente. Al mismo tiempo, el Este se ha convertido en un lugar de turismo que va en aumento. En los años noventa se quiso olvidar todo vestigio del predominio soviético, luego de su desmoronamiento. Felizmente se están rescatando esas memorias, ya no sólo negativas de lo que significaron los años duros stalinistas, sino también los sueños que el socialismo encumbró en algún momento. Recientemente estuve en Riga (Latvia), y pude ver una excelente exposición titulada The Mytologhy of the Sovietland, en la que el arte y la ideología se juntan de manera brillante en estos pintores de los países bálticos.
En Berlín, como en muchas otras partes del mundo, se celebran los 40 años del Mayo del 68. Su importancia todavía sigue generando discusiones entre sus protagonistas. Ahora mismo Cohn-Bendit, ex Erick el Rojo, se ha convertido en un conspicuo conservador que enrola la bandera verde y que se alía con sectores de la derecha. Lo que, por supuesto, deja un sabor amargo entre los que todavía piensan que esta revuelta de los jóvenes universitarios significó algo. En la Amerika Haus Berlin se puede ver una pequeña muestra de lo que significó Mayo del 68 para los jóvenes alemanes (la muestra mayor está en el Historisches Museum en Frankfurt). Los estudiantes protestaron contra la guerra de Vietnam, la reforma universitaria y se rebelaron ante la generación de sus padres, ligada al nazismo. Lo genial de la exposición –más allá de la importancia que se le de a esta movida- es que se puede ver el vigor de estos jóvenes y sus luchas que se inscriben en la historia socialista alemana, que tiene sus raíces en heroínas como Rosa Luxemburgo. La contradicción de esas memorias en el Berlín actual está representado por esas pandillas de neonazis, que cada vez se muestran sin el menor pudor en las calles.
En el Perú, el trabajo de memoria ha sido pobre, y recientemente ha tomado relevancia a raíz del conflicto armado interno, y el trabajo de la Comisión de la Verdad. Es verdad que este suceso es reciente y todavía causa más de un dolor hablar de ello. Sin embargo, por citar un ejemplo, ni siquiera existe un museo dedicado a la guerra con Chile, que incluya la terrible pérdida de Tarapacá y Arica y el tiempo de la ocupación. Nuestra única memoria documentada es verdaderamente antigua, sólo recordamos las culturas prehispánicas e Inca. Pero los testimonios, esas historias que nos han formado como República, no las hemos conservado. Quizá seamos un país de eternos olvidos, olvidos a los que las instituciones nos quieren relegar, pero los testigos, aquellos a los que hay que redimir, todavía están allí.


Berlín, 28 de mayo


En la foto: "Nativos no contactados dejan territorio peruano", titular de El Comercio. "Quizá seamos un país de eternos olvidos", escribe Victoria Guerrero. "Lo que ocurre en la región es un crimen contra la naturaleza, las tribus, la fauna y es un testimonio más de la completa irracionalidad con la que nosotros, los 'civilizados', tratamos al mundo", señala José Carlos Meirelles de Survival International.