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miércoles, octubre 31, 2007

Caretas: 57 años, 2 mil ediciones y una sorpresa

El día de hoy el semanario Caretas adelanta su acostumbrada edición de los jueves para celebrar su edición número dos mil. Entre las novedades (y sorpresas) del número destaca un artículo de Alfredo Bryce titulado "La madre del cordero". Tal y como señala Caretas en el gorro del texto: "Con esta columna, el reconocido y apreciado escritor Alfredo Bryce inicia una serie de colaboraciones en Caretas. Últimamente en medio de la polémica, el autor promete textos 'recién salidos del horno'. Lectores, están servidos". Valga mencionar respecto a "la polémica" que en su edición anterior la revista publicó una entrevista de Carlos Cabanillas a Herbert Morote (y a Enrique Ghersi, abogado de Bryce). El martes, la sección cultural de Perú 21 informó que Morote apeló a "la resolución de la Oficina de Derechos de Autor (ODA) de Indecopi que declara infundada su denuncia de plagio contra el narrador Alfredo Bryce Echenique". Con relación a este tema, véase esta carta de un lector de la revista y la respuesta ofrecida por Caretas.

PD Jueves 01: César Hildebrandt dedica su columna de hoy en La Primera a "Caretas en su número 2000". En la sección cultural de El Comercio, Ricardo González Vigil reseña la novela Las obras infames de Pancho Marambio de Alfredo Bryce. Javier Ágreda hizo lo propio el lunes en la sección cultural de La República.

En la foto: la portada de los 2 mil números y Bryce.

El homenaje a Blanca Varela

"Una medalla tanto tiempo merecida", así titula Enrique Planas su crónica de hoy en la sección cultural de El Comercio al acto de condecoración realizado el lunes por el Congreso de la República a Blanca Varela. "Pocos homenajes oficiales pueden considerarse tan merecidos. Quizá por ello fue el propio presidente del Congreso, Luis González Posada, quien reconoció que la Medalla del Congreso de la República impuesta la tarde del lunes a nuestra gran poeta Blanca Varela era una distinción tardía. Acompañada por sus familiares, en una ceremonia sencilla pero igualmente emocionante, la autora de Concierto animal, serena en su silla de ruedas, recibió la medalla oficial y escuchó cómo el presidente del Congreso destacó la fuerte personalidad y obra poética de la escritora limeña. En su nombre, fue su hijo, Vicente de Szyszlo, quien agradeció el reconocimiento visiblemente emocionado, ante un público compuesto en su mayoría por viejos amigos. Terminada la breve ceremonia, la poeta se retiró del hemiciclo Raúl Porras Barrenechea, donde minutos después se presentó el volumen editado por el Fondo Editorial del Congreso: Nadie sabe mis cosas: Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela, un homenaje mucho más brillante que una medalla oficial y que les costó siete años de esfuerzos editoriales a las poetas y fervorosas discípulas de Varela, Rocío Silva Santisteban y Mariela Dreyfus. Ante un auditorio lleno, además de las felices editoras, presentaron el libro la directora del Fondo Editorial del Congreso, Martha Hildebrandt, la crítica Cecilia Esparza, el psicoanalista Max Hernández y el pintor Fernando de Szyszlo", señala.
"Poesía. Silenciosa algarabía del corazón", define en uno de sus versos Blanca Varela.

PD: La sección cultural de El País publica un reportaje de Aurora Intxausti a propósito del libro de Santiago Roncagliolo La cuarta espada, mencionado ayer por Alonso Cueto, junto a otros "relatos reales", en su columna de Perú 21.

En la foto: la poeta Blanca Varela fue condecorada con la Medalla del Congreso de la República, en el grado de Gran Oficial, por Luis González Posada. [Leyenda de El Comercio]

martes, octubre 30, 2007

Ese chico

Por Rosa Montero*

Ese chico no se me va de la cabeza. Hablo del muchacho que presenció sin hacer nada la agresión de la adolescente ecuatoriana en el tren. Hemos visto una y otra vez la espeluznante escena y verificado su pasividad, la bochornosa y patética manera en que se esforzaba en mirar para otro lado. Y digo bochornosa porque, al verlo, sentías vergüenza ajena y piedad por él; y también la enorme inquietud de preguntarte qué habrías hecho tú en su lugar.
Ese chico es otra víctima del energúmeno. En su miedo paralizador es probable que influya su condición de inmigrante. Él mismo ha declarado que estos ataques racistas son bastante comunes, y eso va creando un sentimiento de inseguridad, de fragilidad. Va comiéndote por dentro y haciéndote más vulnerable a la intimidación, más entregado a la derrota. A la propia humillación de tu cobardía. Pero es que, además, sin duda era peligroso enfrentarse a ese tipo (yo tampoco entiendo por qué el juez no encarceló a alguien tan feroz). Es peligroso oponerse a los violentos, de ahí el mérito de quienes lo hacen. Por una de esas elocuentes coincidencias del azar, el vídeo del ataque en el tren se hizo público al mismo tiempo que la historia de Daniel Oliver, el héroe de 23 años que murió de un golpe por socorrer a una chica. He aquí otro caso estremecedor que vuelve a picotearte las entrañas: ¿serías capaz de actuar como Daniel? Esa duda es inherente a la condición humana, la duda de los propios límites, la incertidumbre sobre el fondo más extremo de uno mismo: allí, en lo más hondo, ¿qué pesará más, el miedo o la propia dignidad? ¿Habrías escondido a un judío en la Alemania de Hitler? Ojalá la vida no nos ponga en una de esas situaciones límite, porque podemos reaccionar como el chico del tren. Y no sé si el pobre será capaz de superarlo.

* Publicado el día de hoy en El País.

lunes, octubre 29, 2007

Una lección de dialéctica

Por Rodolfo Hinostroza*

"¿Sabes?" Me dijo Gonzalo "Cuando Herman Melville estuvo en el Callao frecuentaba un bar de marineros, que todavía existe. Se llama 'El Ají Verde' y en una de sus mesas dejó sus iniciales grabadas con un cuchillo: H.M. ¿Por qué no vamos a rescatar esa mesa?" me propuso. "¿H.M?" dije yo "¡Pues vamos!". Yo no sabía que querría hacer Gonzalo en caso que encontráramos la mesa, lo cual me parecía bastante improbable, pero me pareció una empresa cojonuda a la que de inmediato adherí, ya que desde muchacho tuve tendencia de meterme en extrañas huevadas.
Un domingo llegamos al Callao a eso de las 9 de la noche, cuando había acoderado un inmenso barco noruego, y sus rubios marineros se habían ido de putas y de tragos esa noche, y todos los bares del puerto estaban llenos de gringos borrachos y peleones, que tiraban el dinero a manos llenas. En el "Ají Verde" que en efecto existía, a duras penas encontramos una mesita de fórmica para los dos, porque todo el ambiente estaba lleno de putas, marineros y humo, y la cerveza corría por cajones. Hice una primera inspección del lugar, como quien compra cigarros, y me percaté de que todas las mesas eran en fórmica, y había una sola, la más grande, que parecía de comedor y de madera. Lo malo es que estaba ocupada por una mancha de putas, marineros y malandros que iba y venía de ella, trayendo y llevando tragos y quien sabe qué, de manera que no era prudente acercarse. Estuvimos largo rato bebiendo cerveza mientras que Gonzalo me explicaba las leyes de la dialéctica, y al final me decidí, y al pasar delante de la mesa como para ir al baño me agaché como para recoger algo, y cuando pegué una mirada furtiva bajo la mesa, me di cuenta que era de aglomerado. Nada de HM. Pura fórmica y aglomerado. Se lo fui a comunicar a Gonzalo, quien hizo un comentario sarcástico y pidió un par de cervezas más, "Preso por mil, preso por mil quinientos" dijo sibilinamente, y cuando llegó la cuenta, mientras el mozo se impacientaba esperando, Gonzalo me miró raro y me dijo: "Qué bonito saco. Me lo prestas para verlo?". Me pareció un poco extraño, pero me lo quité y se lo presté complacido porque en efecto era un lindo saco azul de casimir que mi madre me había regalado no hacía mucho. Él miró la etiqueta, e hizo un gesto de inteligencia al mozo, que se acercó a Gonzalo y se llevó mi saco, dándole un ticket en cambio. Esa fue mi primera lección de dialéctica, y desde ese momento quedamos íntimos amigos. A los pocos días me devolvió mi saco, pasado por la lavandería. Eso es lo que me marcó más de Gonzalo, que me enseñó a improvisar con humor, sin vergüenza, con fraternidad, y con él aprendí a vivir como poeta…


* Fragmento de su libro Sangre de poeta. Apuntes autobiográficos (inédito).
En la foto: Juan Gonzalo Rose.

España: nueva agresión

Hace solo poco más de dos semanas publiqué en el blog de notas una foto (que pueden ver aquí) alertando contra un afiche de carácter fascista colocado en una céntrica avenida madrileña (al afiche me lo volví a encontrar en distintos sitios varias veces). Hace unos días todos fuimos testigos (a través de una cámara de vigilancia) de la agresión contra una joven ecuatoriana en el metro de Barcelona (hecho que motivó la columna de ayer de Jorge Bruce en Perú 21). Hoy aparece en El País la siguiente noticia: "Me soltó todo tipo de insultos mientras me pegaba: perucho de mierda, sudaca, te voy a dar la paliza de tu vida'. Y así durante el cuarto de hora que duró una paliza en la que, según ha dicho una testigo a este diario, parecía que aquel agente le iba a matar. 'Yo no le contesté, no podía', relata Jorge, de 14 años, nacido en España y de padres peruanos. Tras la paliza, el menor fue detenido y conducido a comisaría donde, según su testimonio, prosiguieron los golpes y los insultos. Durmió en dependencias policiales y salió en libertad casi 24 horas después. Su delito: conducir un ciclomotor sin casco y por una acera y huir de la policía. La Fiscalía de Madrid ha abierto diligencias por un posible caso de agresión policial". ¿Vamos sumando?

En la foto: la joven ecuatoriana agredida.

domingo, octubre 28, 2007

Breves

LA SIEMPREVIVA. Ayer, en la sección cultural de El País Mauricio Vincent publicó un artículo sobre el siguiente tema: "En La Habana ha aparecido una nueva revista literaria. Se llama La Siempreviva y no es una publicación cultural al uso; aunque está financiada por el Ministerio de Cultura, no está adscrita formalmente a una institución oficial y no carga las tintas en el terreno ideológico. Aunque en Cuba, ya se sabe, hasta la espeleología es política. 'La revista surge con vocación de reflejar la vida literaria cubana y de estimular el debate, hoy más necesario que nunca en nuestro país y en todos los campos', afirma su director, Reynaldo González. Narrador, ensayista y premio Nacional de Literatura, González fue uno de los iniciadores de la llamada guerra de los e-mails, una protesta de intelectuales que conmovió el mundo cultural y académico a principios de año y tuvo eco internacional. El motivo del plantón fue el rescate público en televisión de ex funcionarios vinculados a la etapa más gris de la cultura cubana, los años setenta, cuando numerosos escritores y artistas fueron marginados -y algunos expulsados de sus trabajos- debido a su homosexualidad o a no cumplir con los 'parámetros revolucionarios'. Aunque La Siempreviva no tiene que ver directamente con aquel cruce espontáneo de correos electrónicos, sí responde a la reclamación de espacios de debate crítico que los intelectuales cubanos demostraban con él". Pueden ver aquí un artículo del crítico cubano Roberto Fernández Retamar sobre esta revista.

DANIEL ALARCÓN. Hoy Álvaro Bisama entrevista a Daniel Alarcón (presente en la vigésimo séptima Feria Internacional del Libro de Santiago) en la Revista de Libros del diario El Mercurio. "Mi creatividad viene de la rutina, de una vida cotidiana bastante aburrida, y es lo que más prefiero. Todo los días, de la casa a la oficina, en el metro como un obrero más", afirma el autor.

JAVIER ARÉVALO. En la sección cultural de La República Pedro Escribano comenta la novela Gracias, señor, por tu venganza de Javier Arévalo. "El policial de Arévalo es sui géneris, pues la trama, el tono de policial, la historia misma están casi subordinadas a las tensiones sociales que se da por el roce de la fe de un pueblo con la ortodoxia católica. Es decir, la novela a veces también acarrea temas de orden sociológicos y antropológicos", sostiene Escribano.

JORGE EDUARDO BENAVIDES. En la sección cultural de El Comercio Enrique Planas entrevista a Jorge Eduardo Benavides por su reciente novela Un millón de soles. "Soy un optimista de luto", afirma el autor. En Domingo de La República Enrique Patriau también entrevista a Benavides. Carlos M. Sotomayor hace lo propio en la sección cultural de Correo. "Una novela es una apuesta para que el lector se enganche. Y hay dos formas: hacer una literatura muy plana donde es fácil enganchar, pero también es fácil olvidar, o hacer una literatura con una cierta complejidad que exija del lector un esfuerzo y, por lo tanto, una complicidad. Yo apuesto por lo segundo, porque las novelas no dan respuestas, plantean preguntas", afirma.

MEMORIAS IN SANTAS. Hoy la sección cultural de La Primera publica una entrevista de Alessandra Tenorio a Roxana Crisólogo por la antología Memorias in santas. "Narradores y poetas vienen experimentando esta necesidad de reconstruir, recrear, narrar, poetizar aquella parte de la historia a la que hasta antes de la publicación del Informe de la Verdad y Reconciliación había sido un tabú referirse. Actualmente nos encontramos frente a un boom de producción literaria sobre la guerra. Más allá de las ganancias que este boom representa para algunas casas editoriales, está el hecho de la repercusión que este tipo de libros puede tener en la reformulación de la memoria histórica de este país", sostiene.

BLANCA VARELA. La sección cultural de El Comercio publica una breve nota sobre el libro Nadie sabe mis cosas. Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela, editado por Mariela Dreyfus y Rocío Silva Santisteban, y publicado por el Fondo Editorial del Congreso.

PORTOCARRERO SOBRE CISNEROS. Peisa acaba de reeditar en edición popular Propios como ajenos. Antología personal de Antonio Cisneros, informa hoy la sección cultural de La República. En su weblog, Gonzalo Portocarrero analiza "los fantasmas de la conciencia criolla" en el poema "Paracas" de Cisneros, incluido en su poemario Comentarios reales de 1964. "El poema puede ser considerado como representativo de la actitud criolla frente al mundo prehispánico. Se acepta una continuidad biológica pero se marca una discontinuidad cultural. Este es el planteamiento, por ejemplo, de Víctor Andrés Belaúnde. Para este autor el Perú es una 'síntesis viviente' que nace con la 'conquista'. Los indígenas aportan, principalmente, el elemento biológico y demográfico y los españoles hacen lo propio con lo cultural. Entonces en la memoria criolla no tendría porque haber un lugar para ese mundo que resulta invalidado por la superioridad de occidente. Seríamos un país 'occidental y cristiano' resultado del 'transplante' del mundo europeo a estas nuevas tierras americanas. En todo caso quedarían residuos 'arcaicos' que con el avance de la modernidad estarían llamados a desaparecer. Así lo sostiene Vargas Llosa en su narrativa y ensayística, muy en especial en La utopía arcaica, el amplio texto que le dedica a José María Arguedas. Pero en el poema se plantea una situación más compleja. El valor del poema está en trascender los estereotipos criollos. En mostrar sus ambigüedades no resueltas", comenta Portocarrero.

ENTREVISTA A HERBERT MOROTE. Domingo de La República publica una entrevista de Nilton Torres Varillas a Herbert Morote a propósito del fallo de Indecopi sobre el plagio de Bryce.

En la foto: Dalmacia Ruiz-Rosas, en Boston, mostrando su molestia con antología Memorias in santas por erratas que cambian el sentido y el ritmo de sus textos incluidos.

sábado, octubre 27, 2007

Roncagliolo, Marta Cisneros, Arévalo, Carlos Carrillo

LA CUARTA ESPADA. El miércoles se publicó una entrevista a Santiago Roncagliolo en la sección cultural de Perú 21. Incluyo la pregunta final. "Se afirma que su libro no trae ningún aporte significativo sobre Sendero ni sobre Abimael": "Es difícil repetir algún libro porque no existe ninguno sobre Guzmán. Y menos con fuentes de Sendero Luminoso. Este, además, incluye un retrato de Elena Iparraguirre sobre su relación con Guzmán. Y una declaración muy elocuente de ella sobre la extraña muerte de Augusta La Torre. Y el testimonio del hombre que estuvo a punto de matar a Osmán Morote y que explica por qué sobrevivió al operativo 'Mudanza 1'. Y la versión de Nancy Obregón y de los campesinos cocaleros sobre la relación entre Sendero y el narcotráfico. Y una descripción de la vida cotidiana de Guzmán en la clandestinidad. Y pruebas de las luchas internas de Sendero durante el Congreso del 88, que cambió el curso de la guerra. Si alguien sabía todo esto, ¿por qué no escribió este libro? El interés internacional ha sido inmediato y, en el Perú, ya estamos por la segunda edición. Le habría ido bien".

MARTA CISNEROS. Ayer Ernesto Carlín publicó un reportaje en la sección cultural de El Peruano sobre la exposición de la escultora Marta Cisneros, quien "comenta que quería reflexionar sobre lo agresivo que es el entorno por el que se mueve el ser humano. Por ello coloca elementos del cuerpo como los citados ojos, manos e incluso senos y pelo púbico en contextos extraños. Por ejemplo, hay dos esculturas con la imagen de dos manos cruzadas enmarcadas por discos de metal".

JAVIER ARÉVALO. Carlos M. Sotomayor entrevistó ayer a Javier Arévalo a propósito de su nueva novela (de corte policial) Gracias, señor, por tu venganza (Planeta, 2007). El jueves, Pedro Escribano hizo lo propio en la sección cultural de La República. Esta es la trama de la obra tal y como la resume Escribano: "Un sacerdote conservador en un pequeño pueblo del Cusco, mismo extirpador de idolatrías, quiere erradicar el culto del Señor de la Justicia, un Cristo vengador que usa kepis de policía y porta pistolas. Un periodista, limeño y nada creyente, se toma el trabajo y la aventura de investigar cuál es la historia de este culto y quién es este sacerdote que incluso mandó quemar la iglesia del pueblo. Alberto, el periodista, se encontrará con más de una sorpresa y sin embargo, al final, por misteriosos designios, no podrá difundir sus hallazgos. Al camarógrafo le falló la cámara y sus testigos se rectifican y niegan haber visto algo". Suena interesante.

CARLOS CARRILLO. Ernesto Carlín dio cuenta el martes en la sección cultural de El Peruano de la censura que la librería La casa verde ha efectuado contra el libro de cuentos Para tenerlos bajo llave (Bizarro ediciones) de Carlos Carrillo. Ayer, Max Palacios en su weblog publicó una "Carta de protesta", firmada por distintas personas, y en la que se incluye mi nombre. Debo decir que nunca vi ni se me hizo llegar tal carta, por lo cual no pude haberla firmado. Entiendo que debido a mi posición en contra de esta censura (republicada en el weblog de Palacios) se asuma que avalo el contenido de dicha carta. Sin embargo, esa sintonía no debe sortear el hecho de que una persona deba conocer el documento mismo que se le quiere hacer firmar (su formulación, su forma y fondo). En fin, lo dejo ahí.

En la foto:
Javier Arévalo.

viernes, octubre 26, 2007

Sin respuestas ante el horror con Jonathan Littell

"Lo que fue el gran meollo de la [segunda] guerra [mundial] ocurrió en el Este. Yo, que me crié en Francia, sé que se le ha dado mucha importancia a la ocupación, la Resistencia y todo eso, pero no deja de ser poco más que un escaparate frente a lo que fue el enfrentamiento entre los soviéticos y los alemanes. Eso fue la esencia de la guerra". Así responde Jonathan Littell a Jesús Ruiz Mantilla en el renovado Babelia de El País. (¿Qué es lo que pasa en un país, o en España digamos, para que ocurra que su principal suplemento cultural aumente su edición de 24 a 40 páginas?) Incluyo a su vez esta sorprendente (en su información, en la lucidez de su formulación) declaración de Littell: "Desde muy joven, recuerdo que parecía algo más o menos refrendado que el comunismo ha sido una ideología más seria que el fascismo. Que tenía su propia racionalidad, su sentido interno y nadie se tomaba demasiado en serio a los nazis. Cuando me puse a investigarlo, me di cuenta de que su ideario también se basaba en raíces sólidas. Sus diferencias con el fascismo, su pensamiento económico, todo eso es complejo. Me pareció que era una visión del mundo muy construida, que no sólo se reducía a lo que un loco vociferaba por la radio, aunque eso también funcionara". "¿Se ha pecado de un desprecio y una minusvaloración ligera del enemigo en ese aspecto?": "Tampoco. Hay que prestar atención a lo que los intelectuales de la época pensaban, sin ir más lejos. Los franceses, por ejemplo. En los años treinta, el estalinismo ya había eliminado a millones de personas, mientras que los nazis iban por unos miles de víctimas. Así que hacia el año 1937, Hitler parecía hasta una opción válida para muchos, eso sin entrar en factores de clase social. Si pertenecías a una familia acomodada, lo más probable es que te aliaras a la derecha y si no, a la izquierda, siempre con excepciones. Supongo que en España, lo mismo. En ese momento, con esa situación, el nazismo era una opción que después perdió todo crédito por los resultados. También debía haber caído el comunismo entonces, pero como ganaron la guerra, pudieron sobrevivir casi cincuenta años más".
Recuerdo aquí el artículo que Mario Vargas Llosa dedicara a Las benévolas, la obra que motiva la entrevista a Litell, y su visión de "cierto miasma de irrealidad" en la novela, a la que compara con las del marqués de Sade en tanto "no nos ofrece ninguna escapatoria, y luego de sumergirnos en la más abyecta manifestación de lo repugnante que puede ser lo humano, nos deja allí, en esos humores deletéreos, condenados para siempre". En esta misma línea, Mantilla apunta que el libro viene creando "auténtico asombro por su ambición, por su contundencia, por cómo consigue desmontar tópicos y despojarnos de incertidumbres que nos dejan todavía más desnudos y sin respuestas ante el horror". De hecho, Mantilla conversa con Littell sobre el artículo de Vargas Llosa. "Dijo que era un libro impresionante pero que no dejaba resquicio de esperanza": "Ya, es que yo no creo en la esperanza. No tengo esperanza en nada. Si nos fijamos en el mundo, es todo un espanto. Ser una persona decente se pone difícil. En Occidente creíamos que habíamos encontrado un equilibrio, pero para el resto de la humanidad, la vida es una pesadilla".
Al final del diálogo, Littell se permite incluso decirle a su entrevistador que ha concedido "algunas entrevistas interesantes en las que han surgido algunos elementos nuevos y entonces valen", pero que esta suya en Babelia no es el caso. ¡Vaya tipo!
Por otra parte, en Babelia se publica un artículo de Manuel Delgado sobre el libro El rechazo de las minorías. Ensayo sobre la geografía de la furia de Arjun Appadurai, destacado representante de la teoría postcolonial (Said, Spivak, Bhabha). Para Appadurai, en palabras de Delgado, "en casos extremos, sólo la violencia fanática podrá restablecer la unidad perdida o enajenada. Frente al desorden y la fragilidad de lo real, sólo queda ya la estabilidad inmutable de las doctrinas más feroces, un orden atroz que será más severo cuanto más se empeñe la experiencia en desmentirlo y que no dudará en aplastar, en cuanto sea preciso, aquello o aquellos que se atrevan a recordarle que sólo puede existir como sueño para unos y pesadilla para otros". En ese sentido, Littell afirma que "lo que la gente teme ahora [en Estados Unidos] es a los fundamentalistas religiosos[, quienes] han tejido toda una red de poder, con mucho dinero, son peligrosos de verdad. Gente que promueve ejércitos privados, uso de armas, esos sí que tienen peligro".

En la foto: Jonathan Littell. Hoy por hoy "ser un demócrata supone formar parte de un lado que a veces ampara cosas horribles, que tiene sus errores", afirma. "Muchos chicos y chicas de cualquier Estado americano eligen marcharse a Irak a torturar gente. Éticamente están muy confundidos, está claro. Pero se puede entender esta confusión cuando existen juristas que en ese país legitiman la tortura".

Velasco Alvarado visto por Jorge Eduardo Benavides

La nueva novela de Jorge Eduardo Benavides, Un millón de soles (Alfaguara), está ambientada en el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975). "Parte de la documentación son las experiencias que viví de pequeño. Me acuerdo de los desfiles militares, de los discursos en cadena de Velasco, de los anuncios en quechua en la televisión. También de anécdotas propias y de mis hermanos y amigos. Además, la documentación ha sido exhaustiva. Hay una abundante bibliografía sobre la época", señala el autor a Ernesto Carlín, quien lo entrevistó el miércoles en El Peruano. "Alonso Cueto en la presentación decía que quizá la novela pueda ser la forma de entender lo que ocurrió durante la época de Velasco", comenta a su vez el autor en la entrevista que le hace hoy Pedro Escribano en la sección cultural de La República. Recordemos que Cueto expresó hace unos meses (a propósito precisamente de una intervención de Benavides en la Casa de América de Madrid) que Velasco "integra la repugnante nómina de los dictadores peruanos". Una de las preguntas de Escribano dice: "¿Con esta novela acabará tu aliento vargasllosiano?": "Soy tributario de Vargas Llosa, además lo hice con la conciencia de plantearme que yo quería llevar un poco más allá las cosas que había aprendido, porque además yo me dedico a los talleres de literatura. Yo creo que necesito empezar a escribir otras cosas. Con esta novela terminé la trilogía. Ahora quiero escribir totalmente distinto, una historia distinta y con otro lenguaje, que es el reto de los escritores, y es donde uno siempre se prueba pensando qué tanto ha aprendido". Pero Vargas Llosa no solo ha tenido que ver con Benavides en el plano literario. Así lo hace notar el autor en la entrevista realizada por Tomacini Sinche López hoy en la sección cultural de Expreso. "¿Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa son indicios de que América Latina sufre una regresión?": "Por supuesto. Y casi sucede en Perú con Humala. Lo de Chávez en Venezuela es una vergüenza. No sé muy bien si ahora Humala ha desaparecido del mapa político, pero es un peligro patente. Tanto así que tuve que votar por Alan García en las últimas elecciones. Recuerdo que Mario Vargas Llosa me decía 'vamos a tener que votar tapándonos las narices', a lo que le respondía 'Mario, es un suicidio en legítima defensa'. Si Humala llegara al poder sería un gran retroceso".

PD: El diario El País anuncia que a partir de mañana el suplemento cultural Babelia "renace con un nuevo proyecto y más contenidos": tendrá una ampliación de 24 a 40 páginas.

En la foto: Jorge Eduardo
Benavides. "Sé que mucha gente va a decir, 'pero esto es mentira, Benavides está mintiendo, no pasó así'. Pero las novelas lo que hacen es decir 'es que no fue así', hay, lo que dice Vargas Llosa, la verdad de las mentiras", señala.

La factura Machu Picchu

Cultural: Historia y violencia nacionales en arte pop de Marcel Velaochaga

Por Rebeca Vaisman*

En su taller de jirón Contumazá, la radio está siempre en Doble Nueve. Los lienzos ocupan las dos habitaciones. Marcel Velaochaga (Lima, 1969) trabaja varios cuadros a la vez. A la mayoría le faltan sólo detalles. Baja un poco el volumen.
Esta es la primera parte de una serie que prepara desde hace un año: Machu Picchu como tela de fondo sobre la que posan los turistas más impensados: Los Simpson, Neil Armstrong, Indiana Jones. Antes del concurso que la eligió como una de las siete nuevas maravillas del mundo, Velaochaga trabajaba la cuidadela inca para su muestra Machu Pictures como la postal que quiere vender el Perú. No votó en el concurso.
Luego, fue dejando que la historia pasara por las ruinas. Aparece Pizarro, en una versión del cuadro de Hernández de comienzos del siglo XX. Y Fujimori, en aquella imagen en la que baja las escaleras de la embajada de Japón. Los cuerpos acribillados de los emerretistas a sus pies.
Sobre la línea histórica que se dibuja entre ambos cuadros hay lugar para otro. Uno en el que Stalin y Lenin han sido sacados de una fotografía de 1919 –post Octubre Rojo– y depositados en Machu Picchu. "Es parte de mis imágenes infantiles, porque mis padres pertenecían al Partido Comunista. Esas eran las imágenes que estaban en mi casa. Las uso porque son parte de mi memoria visual", explica el artista.
Velaochaga egresó de Bellas Artes en 1995. Antes estudió diseño gráfico un año en el taller de Joe de León. En el '96 dejó la pintura para unirse a los subtes Voz Propia como tecladista. Estuvo con la banda hasta el 2000, cuando volvió a la pintura. Explica que le gusta mucho trabajar el color y la gráfica. Que lo suyo es el pop. "En el Perú, el pop no es como el norteamericano o el inglés", precisa. "Aquí, el arte pop es político".

"Mira, yo de derecha no soy. Pero tampoco soy militante de nada", continúa el pintor. "Cuando mi papá me reclamaba que utilizara a Abimael Guzmán –¿Por qué metes a ese tipo?, me decía– yo le contestaba que ese tipo había salido del partido, que el partido lo había hecho. Claro, Sendero Luminoso fue una desviación, porque el Partido Comunista fue legal. Pero de ahí salieron estos grupitos".
En el 2005, Velaochaga participó en una muestra colectiva del C.C. de España intitulada "Inkarri, vestigio barroco" con la obra "Los funerales de Atahualpa". Su versión del original de Luis Montero, del siglo XIX, se construye a través de referentes que van desde Velásquez hasta Lichtenstein. Y de imágenes que atraviesan la historia: la de Abimael Guzmán puño en alto, como en la fotografía del funeral de su primera esposa, Augusta La Torre (muerte que varios le atribuyen); y la del Papa Benedicto XVI, sosteniendo la cabeza del Che Guevara. Por esta última imagen, el C.C. de España le hizo firmar un documento en el que Velaochaga se hacía responsable del contenido de su obra. (En el 2002, la anterior dirección de esa misma casa cultural le había retirado una pieza en la que también aparecía Guzmán, en pose de súperhéroe: "La mesa de trabajo de Félix Rebolledo". Rebolledo fue un profesor de Bellas Artes que se unió a SL y falleció en la matanza de los penales.) "Los funerales…" fue parte de la muestra que Micromuseo, de la mano de Gustavo Buntinx, llevó a la Bienal de Valencia en marzo. Según explica Velaochaga, pocas semanas antes del cierre, alguien del Arzobispado dio la voz de alerta sobre el Papa de su cuadro y cerraron toda la muestra. "Dijeron que fue por goteras, pero cuando la cerraron ya habían pasado las lluvias".
¿Tu intención es ser provocador?

Para nada. El boceto de Fujimori lo tengo desde antes que pensara que iba a regresar. Quiero decir que Machu Picchu es el Perú que todos quieren mostrar, pero que ocurren también otras cosas. Igual lo de Abimael: yo no lo inventé, está ahí porque tiene que estar. Si trabajo nuestra historia no puedo evitar ponerlo.
¿El artista debe tomar una postura en su obra?

Puede tener una postura política, pero esta no necesariamente tiene que estar en la obra. O sea, que yo ponga a Abimael no significa necesariamente que yo sea simpatizante de SL. Yo trato de ser lo más claro posible, de eso se trata el arte para mí. No es hacer cosas complicadas: yo no soy intelectual, soy un pintor. Creo que si uno analiza bien el cuadro sí se llega a entender. Por el contexto de la imagen utilizada, por el lado de la cama en el que se está. A mí me parece que Abimael fue un problema muy grave, que hizo mucho daño. Pero no puedo dejar de incluirlo por eso. Es más, por eso mismo debe estar: para que la gente recuerde que es algo que pasó y que puede volver a pasar.

* Publicado en Caretas 1999.
En la foto:
En el Perú como postal turística, todo se explota. Aquí, las llamas son Los prisioneros. [Leyenda de Caretas] La muestra se inaugura el martes 30 en Vértice (Ernesto Placencia 350, San Isidro).

jueves, octubre 25, 2007

La nación en venta: bricheros, turismo y mercado en el Perú contemporáneo

Por Víctor Vich*

En su análisis de la sociedad contemporánea, Zizek (2001) descubre la complicidad entre fundamentalismo étnico y capitalismo global. Afirma que la estrategia de éste último consiste en apelar a las supuestas "esencias" nacionales para inscribirlas en la universalidad del mercado. En su opinión, no es que las naciones sean instancias opuestas al capitalismo transnacional sino que los particularismos que las constituyen, vale decir, los "modos de vida" de sus habitantes, se han vuelto parte misma de los intereses hegemónicos.

En este trabajo me interesa analizar dos relatos producidos por la última narrativa cuzqueña que tienen al "brichero" como el elemento que disemina una serie de significados que creo que se expanden mucho más allá de su sola figura. Voy a sostener que el brichero puede entenderse como una especie de síntoma que revela una "confrontación violenta de lo nacional con lo trasnacional" (Williams 2002: 1) y, por lo mismo, como una imagen que nos obliga a repensar viejos problemas en nuevos contextos. Me interesa demostrar que tal imagen está destinada a encarnar algunas de las tensiones básicas -económicas y culturales- que se producen en un país periférico en su voluntad de participar en las lógicas del mundo contemporáneo. Mi corpus será reducido y consistirá en dos cuentos claves de la última narrativa cuzqueña. Estos son: "Buscando un Inca" de Luis Nieto Degregori (1994) y "Cazador del Gringas" de Mario Guevara (1995).[1] En ambos, me interesa indagar por la identidad de tal personaje y por el entramado de significados que su oficio involucra; mi objetivo será descubrir las necesidades discursivas de las cuales emerge, las posibilidades políticas del conjunto de simulaciones en las que se halla inmerso y la representación ideológica que de todo ello se deriva.
Como se sabe, por "brichero" se hace alusión a un sujeto andino que deambula por diferentes lugares turísticos a fin conquistar amores que le permitan "pasarla bien" y, en el mejor de los casos, poder huir del país. Los bricheros viven en los bares y desde ahí acosan a sus víctimas a partir de una intensa conversación cuyos temas centrales son la mitología andina, la historia peruana y el frenético magnetismo de la ciudad del Cuzco. Conocidos en el imaginario popular como "andean lovers", el brichero es un sujeto que visibiliza muy bien la construcción de la identidad como relato y que ha aprendido a desarrollar toda una compleja estrategia de conquista y seducción. Se trata, en realidad, de un contador de cuentos que vende un producto diferente (su identidad, su historia) en una ciudad también diferente (ancestral, mítica).
"Cazador de gringas" es un famoso relato que ya cuenta con una traducción al inglés, es ampliamente vendido en los circuitos turísticos más visitados y ya aparece incluido en las principales antologías del cuento peruano último. Escrito en primera persona, el texto hereda de la tradición picaresca no sólo la representación del antihéroe sino, además, la misma estructura formal que identificó la producción de este género. Se trata de una narración autobiográfica cuyo objetivo –legal- no es otro que convencer a la autoridad de la supuesta inocencia ante un acto delictivo. En este caso, el pícaro es un brichero y todo el relato es el monólogo que dicho personaje produce frente a un comisario en la ciudad del Cuzco a razón de evadir un episodio de violencia en el que se vio involucrado y es culpable.
Por su parte, "Buscando un Inca" es el cuento que Luis Nieto Degregori dedicó a los bricheros dentro de un notable conjunto de relatos denominado Señores de estos reynos (1994). Su estructura narrativa es distinta del cuento anterior pues aquí el narrador comienza concentrándose en el universo de la turista acosada, en este caso, Laura Cristóbal, ciudadana española que, con "cinco centurias de remordimiento en las valijas, desembarcó en el Cuzco dispuesta a encontrar la redención en la utopía" ("Buscando" 139).
Comencemos por este punto: es necesario subrayar que una de las características del mundo moderno es la creencia que la "autenticidad" se ha perdido y que sólo podemos encontrarla en el pasado o en algunos países lejanos (Culler 1988). Así, el turismo se ha ido convirtiendo en el dispositivo que promete encontrarla y, por lo mismo, necesita inventarse ciertos "marcadores" a partir de los cuales la experiencia social puede comenzar a ser reconfigurada. En mi lectura, el brichero cumplirá dicha función pero mejor vayamos por partes. Lo cierto es que en ambos cuentos a los turistas se les define sujetos que, saturados del primer mundo, se encuentran ávidos de consumir una cultura diferente. Ellos aspiran que su viaje los saque de la rutina y los haga entrar en contacto con el mundo "auténtico" y "tradicional".
De manera inversa, el narrador de "Buscando un Inca" es muy hábil para deconstruir la visión "orientalista" producida sobre la cultura andina desde el discurso académico o desde la propia necesidad de consumo propiciada por el turismo moderno. Sin ninguna piedad, este relato arremete contra todas aquellas narrativas que "inventan" al Cuzco como una ciudad situada al margen de la modernidad y anclada en una ritualidad detenida en el tiempo. En buena cuenta, este relato trata de demostrar que la excesiva textualización producida sobre la cultura andina no ha conseguido otra cosa que diferenciarla en exceso al punto de desproblematizarla y sustraerla de un horizonte universal común.
En efecto, Laura Cristóbal ha leído mucho y parece habérselo creído todo.[2] Por lo mismo, sus primeras constataciones en el Cuzco no dejan de presentarse como una real decepción. Ahí, ella obtiene descubrimientos que la sorprenden: descubre, por ejemplo, que las comunidades andinas no difieren mucho de los pueblitos de la sierra madrileña; que los cuentos orales andinos tampoco son muy distintos a los que escuchó en su infancia peninsular y que ningún ciudadano ha oído hablar del famoso "mito del Incarry". Por si fuera poco, todos los personajes masculinos buscan acercarse sexualmente a ella y las insinuaciones no dejan de sofocarla.[3] Esta es la historia de una turista que llega en busca de una realidad imaginada y que se decepciona de no poder encontrarla tan fácilmente. Dicho en otras palabras: asistimos aquí a la falta de correspondencia entre la realidad y el discurso producido sobre ella. Con gran habilidad, este relato no deja insistir en que todo proyecto de reducir la cultura a un discurso esencialista (vale decir, tradicionalmente textual) es cómplice de intensas relaciones de poder.
Sin embargo, su calculada estrategia narrativa consiste en hacer ingresar al brichero como un sujeto que se diferencia del resto porque él si sabe todo lo que Laura "sabe", muestra estéticamente su diferencia y así tiene la opción de comenzar a cortejarla. Si Laura es un sujeto que ha venido a tener contacto con lo "auténtico", el brichero es el encargado de satisfacer ese deseo y mostrar la cultura como una performance. En efecto, a partir de un acto de simulación muy bien calculado, los bricheros se ofrecen a los turistas como los verdaderos portadores de un ancestral "conocimiento andino" y así terminan produciendo el discurso identitario que el otro ha venido a consumir. Gonzalo sabe lo que Laura estaba buscando y su estrategia consiste en la puesta en escena de un saber –o, mejor aún, en la representación de un tipo saber- que el otro está buscando. Aunque Laura no es tonta y ha sido prevenida de la existencia de tales personajes (y en el cuento se narran algunas de las divertidas resistencias que ella pone a su cortejo) lo cierto es que el encuentro finalmente se produce y ello trae inevitables consecuencias en el relato.

El mate de coca había sido reemplazado por un par de pisco sours. Laura estaba cautiva del encanto, de la magia de avizorar un nuevo mundo: los primeros seres de la creación fueron los munay, vivían en medio del caos, solo para amarse: Luego fueron creados los llankaq pero como todo era trabajo no había felicidad. La tercera edad fue la de los yachay, de los sabios, que combinaban amor y trabajo. Tu eres una yachay, fría, puro intelecto. Yo soy un munay, vivo para el amor ("Buscando" 141).
La historia un poco confusa pero excitante, perturbadora, continuó a orillas de la laguna, entre las totoras, donde tras enterrar el despacho para entrar en relación con el ukupacha, el mundo subterráneo, empezaron a besarse, a revolcarse, a enredarse las prendas de las que querían deshacerse, Laura, olvidadas las suspicacias diciendo ahora comprendo por qué eres un munay y él acariciando sus senos, Laura jugueteando con esa rebelde cabellera negra, delineando esos rasgos angulosos, y él hablando, con voz inquietante como el ululular del viento, de la fiesta de la nieve, de los pabluchas que ascienden a la cumbre del nevado y traen el hielo hasta el corpus del Cuzco para ordenarse sacerdotes andinos en las narices de los curas, en la catedral misma, Laura gimiendo de placer, diciendo quiero ser una munay y él incrédulo de tener a una mujer tan provocativa y bella entre sus brazos, Laura emocionada hasta las últimas lágrimas de haber encontrado a un inca y él pensando maldición mi imperio por ella... ("Buscando" 143).

Este final es contundente pero a la vez ambiguo: ¿quién domina a quien? ¿quién termina por asumir el poder en tal relación? En principio, una primera interpretación podría argumentar que el relato está destinado a producir una inversión de la escena de la conquista que, como sabemos, ha sido históricamente explicada como el acto de violación del colonizador español sobre la América feminizada. Después de 500 años, este cuento propondría que los roles podrían invertirse y que ahora, a través del discurso de la diferencia, el sujeto colonizado podría dominar al colonizador para subvertir la antigua relación de hegemonía. A través de una especie de hipnosis, el brichero conquistaría al mundo occidental e invertiría la tortilla.
Sin embargo, lo que se mantiene en el tiempo es el ejercicio de una dominación masculina que impone sus deseos y que siempre construye una imagen poderosa de sí misma. Pero en el cuento tal hecho parece ser un poco más complejo pues, en las últimas líneas, el narrador ingresa a la conciencia de Gonzalo y desde ahí nos revela su real incredulidad –y sin duda, su pérdida de control- por el hecho de tener a una mujer tan bella a su lado. En este caso, haber podido conquistar a una extrajera termina por conducirlo a aceptar un nuevo tipo de subordinación dispuesta, por ejemplo, a tener que entregar "todo su imperio" por ella. En este punto, creo que la palabra "incrédulo" adquiere una importancia trascendental para la lógica del relato y propongo conectarnos con el cuento siguiente, el de Mario Guevara, para abordar con mayor detenimiento algo de su significado. Justamente, este último relato arranca subrayando una situación más o menos similar.

"Como le contaba, la gente nos ve como a bicho raro. Cuando camino por la calle bien amarrado de una gringa, al instante percibo sus miradas que dicen: feo y enano y con una gringa mamacita" ("Cazador", 85).

Es curioso pues en una sociedad donde el discurso del mestizaje ha sido -y es- una ideología oficial y muy difundida este tipo de relaciones no deberían llamar mucho la atención pero sabemos que la realidad es muy diferente. Falsamente democratizadora, la ideología del mestizaje ha ocultado la fractura existente en la sociedad peruana y ha sustraído del discurso oficial la intensa producción de rótulos y estigmas que son empleados en la vida cotidiana para definir las diferencias raciales y para terminar justificando las desigualdades económicas.
En efecto, Oboler (1996) ha explicado que el tema racial en el Perú es un aspecto de "constitución de lo cotidiano" y que la producción de estereotipos está directamente relacionada con el acceso al poder de distintos grupos en la sociedad. De esta manera, más que una cuestión relativa a las leyes o a las instituciones nacionales, el racismo peruano debe entenderse como una práctica que se encuentra enraizada un conjunto de vivencias cotidianas en las que finalmente, y en múltiples direcciones, todos se denigran mutuamente.
Desde este punto de vista, puede decirse que en ambos cuentos el brichero aparece representado como una figura que desafía la idea misma del mestizaje en tanto su propio accionar pone al descubierto la censura sobre la movilidad social en el Perú. Es decir, en la última literatura peruana, se trata de un personaje "trasgresor" que tiene como objetivo poner en discusión la representación de un tipo de sociedad que insiste en el fijo establecimiento de las identidades sociales. Se trata, sin duda, de la insistencia en la representación de una comunidad nacional todavía impregnada de prejuicios donde ciertos encuentros son motivo de burla o de sospecha.
Fiel a su tradición picaresca, en este cuento la estrategia del personaje consiste en demostrar que en el Perú contemporáneo "brichear" tiene que entenderse como un trabajo como cualquier otro, una especie de nuevo oficio aparecido en el Cuzco de acuerdo a nuevas necesidades de la ciudad. A fin de intentar invisibilizar su previsible agresión a la turista acosada, el personaje insiste en que ha estado trabajando y que aquel oficio es ahora parte del mercado. Es más, nos cuenta que en la ciudad del Cuzco la competencia brichera está al día y que el éxito profesional radica en la mayor cantidad de habilidades que el personaje pueda desarrollar. En efecto, para tener éxito, los bricheros deben saber hablar varios idiomas, bailar diferentes ritmos y gustar de todo tipo de comidas. Pero más allá de todo aquello lo cierto es que el personaje sugiere el tema de la agresión física e insiste que ganarse la vida en el Perú es muy difícil.
Cuando trataba de reanimarla y estando todavía en cueros, llegaron ustedes y sin mediar palabra alguna arremetieron a golpes, poniéndome de cara en la pared. Insulso fue protestar, ya que me callaron a punta de varazos y mentadas de madre. Lo demás usted lo sabe porque estuvo aquí cuando me trajeron a la comisaría. Ahora que se convenció de mi inocencia y de lo jodido que es ganarse la vida en este país, no dudará en dejarme en libertad, señor comisario. ("Cazador", 91-92)
Es muy sintomático que ambos cuentos concluyan casi de la misma manera: objeto sexual y objeto cultural, el brichero siempre termina consumido por el poder hegemónico. Si en un inicio se había presentado a sí mismo como un sujeto capaz de cruzar fronteras interculturales, tal movilidad deja de ser signo de liberación y se convierte, más bien, en el mandato de un nuevo poder que astutamente lo vuelve a colonizar. Al final ambos personajes terminan presos y, de manera inversa a la tradición picaresca, pasan de "cazadores" a ser "cazados".
Me interesa entonces leer la figura del brichero como una alegoría de la nación en el contexto neoliberal del mundo contemporáneo. Desde este punto de vista, el brichero no sólo es un sujeto sino además un discurso y una performance: vale decir, la forma en que se aprovecha la historia de la nación para intentar insertar al Perú en las ofertas que se disputan en el mercado mundial. Lo que quiero decir es que en el Perú, la voluntad de un nuevo posicionamiento global está relacionada con la creación de una entidad estatal específica –Prom Perú-, con un plan de desarrollo del turismo propuesto por el Ministerio de Comercio Exterior y con la propia lógica del actual Presidente de la República.[4] Desde este punto de vista, el acto de un brichero para seducir a una turista (realizado, por lo general, sobre la base de un discurso exótico y orientalista) es exactamente el mismo que han ido desarrollando los últimos gobiernos peruanos para intentar vender una imagen "nueva" y "limpia" del Perú en el extranjero.
No es ninguna revelación sostener que en la última década el gobierno peruano ha asumido la necesidad de potenciar su desarrollo económico a partir de la construcción de un aparato turístico que "limpie" la imagen del país y que muestre al mundo lo que los peruanos creemos que somos o las maneras en que debemos inventarnos para sobrevivir en el medio del mundo globalizado. Así, Prom Perú ha gastado varios cientos de miles de dólares promocionando una imagen donde pareciera que los grandes cambios del siglo XX (migraciones, pobreza urbana, nuevas estéticas) hubieran tenido poco impacto en el llamado mundo tradicional. Sus folletos y su participación en distintas exposiciones internacionales muestran siempre al Perú como un país donde los grupos indígenas son los encargados de representarnos a todos y donde ellos, estetizados, están siempre sonriendo ante una cámara que los despoja de toda la pobreza, de todo su presente.
Pienso entonces que la figura del brichero articula dos dimensiones antagónicamente enfrentadas: la "herencia colonial", por un lado, y el mercado neoliberal por el otro. Desde la primera, brichear aparece como la indeleble marca de las jerarquizaciones existentes y, por lo mismo, como una necesidad de sobrevivir en el medio del deterioro social. Se trata, en suma, de un sujeto postcolonial donde el pasado sigue actuando en el presente para mostrar sus legados internos y para subrayar sus heridas todavía abiertas; se trata, sin duda, de un sujeto que pretende negociar pero que finalmente es absorbido por las nuevas lógicas de la dominación.
Desde la segunda dimensión, habría que sostener que la aparición de los bricheros no es un fenómeno producido por el neoliberalismo sino un sujeto más bien reconstituido por dicha dinámica.[5] En la lógica de Zizek, el capitalismo convierte su "diferencia étnica" en algo funcional al nuevo orden global. Por lo mismo, hoy en día, el brichero se halla inmerso en una red de relaciones muy diferentes a las de décadas atrás y tal posición modifica su identidad y sus movimientos. El brichero responde performativamente ante un mercado que lo dispone a satisfacer el deseo de otredad y diferencia. Ese deseo puede leerse alegóricamente como la obligación que se nos impone, como país periférico, a fin de producir una identidad que pueda ser gratamente consumida por los centros hegemónicos.
Si en América Latina el concepto de identidad se arraigó históricamente en la nación y ella tuvo como soporte constitutivo al discurso letrado (difundido vía la escuela pública, las fuerzas armadas y otras instituciones) lo que ahora observamos es la invención performativa de una imagen que se forma por las necesidades del mercado, las redes mediáticas y que, en algún sentido, reinterpreta su sustancia –si alguna vez la tuvo- desde otro paradigmas y necesidades. Es cierto que la actual globalización promueve los contactos interculturales, pero en la actualidad, tal proyecto parece realizarse solo al interior de un nuevo tipo de relación colonial: aquella del mercado que asigna nuevos roles para satisfacer únicamente necesidades hegemónicas.
El resultado, entonces, desemboca en el hecho de que como aparato cultural, la nación se va subalternizando de acuerdo a ciertos requerimientos impuestos y, sobre todo, de una lógica que administra la diferencia como simple recurso mercantil. La idea es vender el pasado, folklorizarnos más de lo que estamos y convertir todo aquello en una verdadera industria cultural. Si por estas tierras el capitalismo llegó en forma de colonialismo, hoy en día buena parte de la globalización neoliberal llega de manera similar y se destina, como es lógico de suponer, a satisfacer mucho más los sueños de los turistas que los de los vagabundos (Bauman 1999: 122).
Sin embargo, los tiempos actuales nos enseñan que lo local nunca ha dejado de reinventarse y que la globalización ha comenzado a generar profundos cambios en las maneras en que nos representamos como comunidades y en que comenzamos a narrar los nuevos antagonismos a los que somos sometidos (Barbero 1999: 308; Robertson 2000: 229). Por todo ello, creo que es importante terminar sosteniendo las posibilidades políticas que la figura del brichero nos ofrece. Aunque ambos cuentos no exploran este punto, creo que su imagen es lo suficientemente potente como para preguntarnos si es realmente posible generar agencia desde aquel lugar y si se puede proponer, desde su imagen, la producción de un nuevo sujeto, hábil negociador entre lo local y lo global.
En otras palabras: se trataría de imaginar cuál podría ser la pertinencia política de "contar historias" y narrar "nuevos cuentos" en el contexto contemporáneo. Se trataría, además, de reconceptualizar nuestra idea de "simulación" no sólo como una hábil estrategia de posicionamiento sino, además -quizá también- como una herramienta interna para reconfigurar la tradición y el mantenimiento de lo local. Es decir: si por un lado las fuerzas hegemónicas nos imponen un rol que implica un cierto vaciamiento simbólico, por otro, es también posible utilizar lo que tenemos para perturbar tales lógicas y producir nuevos tipos de intercambios. Así, el brichero también podría entenderse como "los modos en los que lo local se reestructura para sobrevivir y quizá obtener algunas ventajas en los intercambios que se globalizan" (García Canclini 2001: 35).[6]
Lo que finalmente quiero sostener es que si el mercado contemporáneo obliga al brichero a invisibilizar las marcas de su dominación y a convertirse en una cultura exótica adicional, vale decir, en un nuevo modo de vida, antes bien, podría revertirse dicho mandato valorando alguna parte del momento preformativo, entendido éste como una nueva estrategia de acción y como un espacio para desestabilizar, de alguna manera, la normatividad existente. Dicho reto es difícil de imaginar pero creo que es pertinente afirmar lo siguiente: aquellos discursos oficiales enunciados desde el gobierno -o desde la empresa privada- que imaginan ingenuamente al turismo como una inagotable fuente de riquezas y que bien podrían resumirse con la frase "vengan a vernos" esconden todos ellos una trampa colonial: una trampa que no nos libera de nada y que nos ata más a los deseos hegemónicos. Es decir, la demanda de exotismo propuesta por el actual mercado mundial termina por traducirse en una oferta que finalmente nos reduce a una falsificación de nosotros mismos. Se trata, claro está, de una falsificación creativa, o creadora, pero siempre masculina, patriarcal, e inmersa dentro de los paradigmas más interesados.
¿Qué se espera de nosotros en la periferia? ¿Cuál es nuestro nuevo rol y qué posibilidades tenemos para modificar (o transgredir) dichos mandatos? ¿En qué consiste actualmente nuestra experiencia local y, desde aquí, cuál podría ser la forma de generar nuevos intercambios con el mundo globalizado? ¿Serán los bricheros capaces de subvertir las lógicas neocoloniales y asumir una posición diferente de la visiblemente asignada? ¿Qué agencia nos queda como país en el medio de esta nueva lógica del capitalismo tardío? ¿Podrá convertirse la simulación performativa en un arma política y en una nueva manera de preservar la tradición local? ¿Será posible reconstruir la historia y la nación (o, mejor dicho, la "idea de comunidad") como algo realmente distinto al folklore postmoderno y neoliberal?

Bibliografía
Barbero, Jesús Martín. 1999. "Las transformaciones del mapa: identidades, industrias y culturas" en Antonio Garretón, coordinador. América Latina: un espacio cultural en el mundo globalizado. (Bogotá: Convenio Andrés Bello).
Bauman, Zygmunt. 1999. La globalización: consecuencias humanas. (Buenos Aires: FCE).
Culler, Jonathan. 1988. Framing the sign. Criticism and institutions. (Norman: University of Oklahoma Press)
García Canclini. Néstor. 2001. La globalización imaginada. (Buenos Aires: Paidós).
Guevara Paredes, Mario. 2003. Cazador de Gringas y otros cuentos. (Lima: San Marcos).
Nieto Degregori. Luis. 1994. Señores de estos reinos. (Lima: Peisa).
Oboler, Suzanne. 1996. "El mundo es racista y ajeno. Orgullo y prejuicio en la sociedad limeña contemporánea". (. Lima: IEP, Documento de trabajo, Num 74).
Robertson, Roland. 2000. "Glocalización: tiempo-espacio y homogeneidad-heterogeneidad" en Zona abierta. Num 92-93.
Vich, Cynthia. "29 de julio de 2001: Toledo en el Cusco o Pachacútec en el mercado global" en Marita Hamman, Santiago López Maguiña, Gonzalo Portocarrero y Víctor Vich, editores. 2003. Batallas por la memoria: antagonismos de la promesa peruana. (Lima: Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú).
Williams, Gareth. 2002. The other side of the popular. Neoliberalism and subalternity in Latin America. (Durham, Duke University Press).
Yúdice, George. 2003. El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global. (Barcelona: Grijalbo).
Zizek, Slavoj. 2001. El sujeto espinoso. El centro ausente de la ontología política. (Buenos Aires: Paidós).

Notas
[1] En un claro gesto irónico, el título del primer cuento alude al importante libro de Alberto Flores Galindo (Buscando un Inca, 1886) donde aquella frase asume connotaciones enfrentadas: por un lado, hace referencia a la constante autoritaria de la historia peruana y, por otro, a la construcción imaginaria de un orden diferente y más equitativo.
[2] Es de notar que los nombres de los personajes sitúan al cuento en una problemática colonial de la que me ocuparé más adelante.
[3] Este tema, el de las relaciones de poder entre los géneros, está muy presente en todo el relato.
[4] Aquí es fundamental el artículo de Cynthia Vich (2003).
[5] Como podrá suponerse, no estoy proponiendo que los bricheros sean un producto –o un efecto- de las actuales lógicas del mundo contemporáneo pues la existencia de dichos personajes es posible de restrearse en muchos países desde hace varias décadas.
[6] De hecho, la teoría sobre la performance se sostiene bajo el presupuesto de que, más allá de una determinación biológica, la identidad tiene como soporte la imitación de normas impuestas culturalmente. Sin embargo, sabemos que la repetición nunca puede ser exacta y, por lo mismo, existe siempre un margen de libertad en el sujeto. Desde este punto de vista, toda performance –digamos, toda puesta en escena de la identidad- permite maniobrar con intereses distintos a los del modelo propuesto.

* Publicado en Cultura y Neoliberalismo. Alejandro Grimson (comp). Buenos Aires: CLACSO, julio 2007, pp. 159-168. Puede verse la versión pdf del texto aquí. Se publicó previamente el 2006 en Crónicas Urbanas X.11: 93-100 (Cuzco: Centro Guaman Poma de Ayala). Puede verse la versión pdf del texto aquí. También, pueden desacargar otros 1, 2 y 3 textos de Vich.
En la foto: Luis Nieto Degregori y Mario Guevara Paredes en la Plaza de Armas del Cuzco.

miércoles, octubre 24, 2007

Roberto Echavarren sobre Polisexual de Giancarlo Huapaya

Por Roberto Echavarren

Polisexual nos pone al día con respecto a nuestro nuevo mundo erótico, la industria porno, y sobre todo la desconstrucción de género, que viene a poner fin al machismo, a la asignación fija de roles sexuales, así como a la heterosexualidad obligatoria. Es difícil ubicar un yo lírico en este libro, vale decir una identidad (de hombre, de mujer, de animal). De vez en cuando aparece un "mono semisexual", pero aparecen sobre todo intercambios de flujos (baba, semen, orina), dispositivos para provocar placer (el dedo, el fist, o el puño, vibradores, "elementos de ligera frotación", "máquinas folladoras", etc.), y fetiches (correas, portaligas, etc.); en rigor, "la inventiva sexo se diseña". Esta poesía es una experiencia de libertad y a la vez un juego, un trabajo, con un vocabulario recogido en revistas, en cine, en shows sexuales, de cuño internacional (en este sentido también rebasa el nacionalismo y la identidad de lengua que parecen los bastiones de cualquier sistema reaccionario); valgan como ejemplo los siguientes términos: queen, queer, drag, peeping tom, voyeur, fisting, felattio... Los órganos ya no son órganos sino aparatos intensivos: "la mochila culo", "la mochila teta", "la cucharita con clítoris", "el conejo Playboy". La revolución sexual, la revolución de las drogas y del mercado erótico ha llegado a Latinoamérica, ha llegado a Perú de la mano de Polisexual. Pero no se trata de mera pornografía, sino de una reflexión, de un pensamiento de lo erótico, que nos deja en un nuevo lugar, estrenando los gadgets y también una nueva conciencia de lo que somos y para qué estamos. Es una cachetada al puritanismo, al acartonado machismo, tanto de izquierda como de derecha. "Viólame de bondage", "cambiemos de rol": ha nacido un eros sin culpa, que no excluye el amor o el afecto, pero sí los desliga de nuestras asignaciones de género, de nuestras supuestas identidades obligatorias, de nuestro reyuno esfuerzo por disimular. Es una explosión gozosa, aunque no trivial ni mercenaria.

En la foto: carátula de Polisexual. "La revolución sexual, la revolución de las drogas y del mercado erótico ha llegado a Latinoamérica, ha llegado a Perú de la mano de Polisexual", expresa, con evidente aprobación, Echavarren. Pregunta "polisexual": en la foto aparece una chica haciendo una performance, ¿no?

martes, octubre 23, 2007

¿Falsos dilemas?

El jueves pasado reproduje aquí un texto de Augusto Elmore (publicado en su columna semanal de Caretas) en el que el periodista comentaba que "con motivo de la realización, en 2005, en la Casa de América, en Madrid, del I Congreso Internacional de Narrativa Peruana (1980-2005)[...] estuvo a punto de iniciarse una verdadera guerra civil literaria que inició sus primeros fuegos en Madrid pero que luego continuó y estuvo a punto de verter sangre de escritores en el Perú, en donde se enfrentaron prácticamente a sangre y fuego de palabras, dos grupos: los criollos y los andinos". Hoy, en su columna de Perú 21, el narrador Alonso Cueto (presente en dicho I Congreso) parece acusar recibo del artículo de Elmore, ya que hace referencia a "los falsos dilemas que vienen usando (otra vez) algunos agitadores que, con los conceptos antagónicos -y moralizantes- de 'andinos' y 'criollos', pretenden establecer diferencias entre escritores peruanos". Para Cueto, "las clasificaciones y las divisiones [de la literatura] creo, interesan solo a dos tipos de personas: los profesores, por razones didácticas, y los agitadores, por razones estratégicas". ¿Y dónde entrarían el lugar que ocupa o no el escritor en su sociedad, las agendas del mercado y las preferencias de las editoriales? Alonso Cueto también señala que "ninguna obra literaria de valor está escrita bajo concepciones morales del mundo. Los inquisidores que las esgrimen nunca han gozado leyendo un libro. Están demasiado ocupados categorizando y clasificando moralmente a sus autores. Solo eso los hace felices". Al margen de la validez o invalidez de esta última afirmación, hay que notar que se trata de otra clasificación en sí misma: los que no entienden de literatura, es decir, los que polemizan, y los que sí entienden, o sea, los que tratan de ignorar lo que para muchos es el núcleo del conflicto, que es justamente el acceso a las editoriales y a los medios periodísticos de mayor alcance.

PD
: Acabo de ver que Max Palacios en su weblog, acusando recibo del artículo de hoy de Alonso Cueto, señala que "me parece que el cuestionamiento [de Cueto dentro de su reflexión sobre una discusión que se viene arrastrando desde hace algunos años: la acalorada pelea entre andinos y criollos,] se refiere de soslayo a las controvertidas opiniones vertidas recientemente por Santiago Roncagliolo sobre la 'posible' división de la literatura peruana entre el 'paradigma vargasllosiano' y el 'paradigma arguediano'". Efectivamente, el pasado 03 de octubre (15 días antes del artículo de Elmore) Roncagliolo publicó en El País (tal y como di cuenta aquí) un artículo en el que expresaba que "los escritores de mayor edad siguen separándose a sí mismos en dos grupos: en una esquina del ring, los andinos, seguidores de Arguedas como Luis Nieto Degregori, Óscar Colchado, Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso (quien aún se proclama marxista). [...] En la otra esquina, los costeños, como Alonso Cueto, Fernando Ampuero o Guillermo Niño de Guzmán".

¿"Algunos agitadores" vendrían a ser entonces Elmore y Roncagliolo?

En la foto: Huanchaco, sede del del II Congreso Internacional de Narrativa Peruana que se llevó a cabo la semana pasada.

lunes, octubre 22, 2007

Breves

ARTE Y SADISMO. Montserrat Álvarez envía la siguiente comunicación: "Guillermo Vargas Habacuc es un costarricense que dice ser artista. El pasado mes de agosto hizo una exposición en una galería de Managua (Nicaragua); cazó a un perro callejero, lo ató con una corta cuerda a una de las paredes del local y lo dejó morir de hambre y sed. Según él, ese acto de cobarde sadismo es arte. Ahora este torturador ha sido invitado a participar en 2008 en la prestigiosa Bienal Centroamericana de Honduras. Hay una campaña internacional de recogida de firmas para pedir que se revoque esa invitación. Puedes firmar aquí".

NADIE SABE MIS COSAS. Tal y como adelanté hace un par de semanas, este lunes 29 se presenta Nadie sabe mis cosas. Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela, libro editado por Mariela Dreyfus y Rocío Silva Santisteban, y publicado por el Fondo Editorial del Congreso. La presentación ya no será en el antiguo local de la Biblioteca Nacional sino en el hemiciclo Raúl Porras Barrenechea del Congreso de la República. Cecilia Esparza y Max Hernández harán los comentarios de rigor.

EL CAMINO DE REGRESO. El periodista Willy Quevedo ha escrito una reseña sobre la novela El camino de regreso de José de Piérola que incluyo a continuación: "Redoble. La lucha de las comunidades campesinas contra las empresas mineras que contaminan el medio ambiente es un tema clásico en la literatura peruana. Manuel Scorza inmortalizó al pueblo de Rancas narrando su enfrentamiento a la poderosa Cerro de Pasco Corporation. Acabamos de leer la novela del escritor peruano José de Pierola titulada El camino de regreso. Obra que entreteje dos historias. En la primera el protagonista es Fernando, ingeniero egresado de la Universidad Católica, huérfano de madre a los 8 años y pierde a su padre en el atentado que perpetra Sendero Luminoso en la calle Tarata del distrito de Miraflores. Desilusionado del Perú emigra a San Francisco donde sobrevive haciendo labores de limpieza en un restaurant. Un día recibe esta información: el responsable de la muerte de su padre es un condiscípulo suyo que se ha convertido en un importante mando terrorista. Decide regresar a Lima para atrapar al camarada Abel. Se establece en la casa de Tato Roselli, hermano de su madre, quien es dueño de una importante empresa minera. Fernando desafiando las zonas de emergencia, persigue a Abel en la serranía con una camioneta, una pistola baretta y un guardaespaldas. En la segunda historia, el héroe es Rómulo Cahuana, abogado nacido en la comunidad campesina San Pedro de Ucumari, quien decide demandar a la mina del tío de Fernando porque está contaminando la laguna de su pueblo. Contrata a Eva, una abogada amiga de Fernando y gracias a la ayuda de éste quien hurta documentos de la oficina de su tío, demuestran la responsabilidad de la empresa minera en el daño ecológico. Gracias a una audaz e inteligente estrategia, Cahuana doblega a Roselli y consigue una reparación de cuatro millones de dólares para su comunidad. La primera historia es inverosimil. No es posible que un joven ingeniero que está decepcionado en Estados Unidos, regrese como el vengador Charles Bronson y se involucre en la guerra contra Sendero. Sin embargo, son destacables los personajes de Benancio e Hilda. Benancio es el chofer-guardaespaldas. Su caracterización es notable. Es el típico empleado de confianza dotado de una gran sabiduría popular. Hilda es la esposa de Roselli. En los momentos de crisis, impone su criterio al marido demostrando tener la cabeza más fria que él. El camino de regreso es un libro que rinde homenaje a la resistencia campesina. No es trágica como Redoble por Rancas pero al igual que la joya de Scorza nos hace sentir los Andes con toda su belleza y fuerza".

LA CUARTA ESPADA
. Ernesto Carlín publica en la sección cultural de El Peruano una reseña a La cuarta espada de Santiago Roncagliolo, autor al que ya entrevistó a propósito de este libro. "El principal cuestionamiento es la manera –en ocasiones ligera– como se ha enfrentado el tema", señala Carlín.


HOMENAJE A LUIS FIGUEROA. "El ciclo de conversatorios 'Lo Cholo en el Perú' continúa en la Biblioteca Nacional del Perú (Av. De la Poesía 160, San Borja), esta vez dedicado al cine cholo y a su literatura. Esta serie se inicia hoy lunes a las 7 pm con un homenaje al cineasta Luis Figueroa", informa la sección cultural de La República. Pueden ver aquí el weblog del célebre cineasta cuzqueño.

MARCEL VELÁSQUEZ Y LA UNIVERSIDAD DEL S. XXI. Camilo Fernández Cozman publica en su weblog una ponencia de Marcel Velásquez Castro (presentada en el seminario-taller de investigación "Carlos Eduardo Zavaleta" realizado entre el 19 y 20 de octubre de 2007 en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos) en la que propone que "la universidad del siglo XXI no solo debe entregar a la sociedad profesionales integrales tanto en valores intelectuales como humanos, no solo debe garantizar una adquisición real de conocimientos de sus estudiantes, sino que debe construir sujetos productores de conocimiento y capaces de conservar un permanente acceso a la nueva información. Solo si cumple estas tres condiciones podrá iniciar exitosamente los procesos de autoevaluación y acreditación que le permitan insertarse cabalmente en sociedades posmodernas y en un mundo globalizado. Las transformaciones mundiales de las dos últimas décadas han creado un nuevo capital que posee dos polos indisociables: el acceso a la información y la capacidad de producir saber (principalmente ciencia y tecnología)".

THAYS Y LA LITERATURA PERUANA, HOY. Un lector de este weblog me envía el link de un artículo de Iván Thays sobre la literatura peruana actual publicado el pasado viernes 05 en el diario español ADN. "La caída de las ideologías (y con ellas, su férreo programa literario) y el ingreso de la introspección allanaron el camino para hacer de nuestra literatura un territorio más complejo y más rico. Temas como la violencia política conviven con obras de auto-ficción o novelas meta-literarias. Obras que suceden en territorios extranjeros o imaginarios y obras que ocurren en el interior del país. Ya nadie busca La Novela Total sino que, en la suma de obras, buscan la totalidad de un país en constante cambio y que encuentra en la diversidad la respuesta a su identidad y sus contradicciones", argumenta Thays.

En la foto: carátula de Nadie sabe mis cosas.