zonadenoticias

domingo, diciembre 31, 2006

Entrevista a Rodrigo Fresán

La Revista de Libros del diario El Mercurio publica hoy una entrevista de Álvaro Matus al escritor argentino Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963). El tema de la misma gira en torno a la literatura estadounidense. Incluyo tres preguntas.
La novela total, a la manera del siglo XIX, sigue cautivando a los autores jóvenes, como Franzen, Foster Wallace, Moody. ¿Qué relación tendría esta "idea fija" con la tradición misma de la novela en ese país?

Los tres autores fundacionales, los padres de los tres Grandes Temas de la literatura norteamericana son, para mí, Herman Melville con Moby Dick (la meta-ficción alegórica), Nathaniel Hawthorne con La letra escarlata (los peligros del puritanismo y los fuegos de las pasiones prohibidas) y Mark Twain con Huckleberry Finn (la road-novel iniciática). A este trío se podría agregar Henry James, quien pone en juego la literatura del norteamericano como extranjero profesional enfrentándose al sólido fantasma de Europa. Hemingway y Faulkner y Fitzgerald constituyen un segundo Big-Bang. Y hoy todos están más vivos que nunca. Yo creo que no tiene sentido resistirse a las influencias benéficas siempre y cuando se las pueda procesar con gracia. Por otra parte, la novela decimonónica siempre será LA NOVELA. El espécimen rey, el momento en que el género reinaba triunfal por encima de todas las demás expresiones artísticas. Tal vez, lo que se intenta emular no sea el formato (las particularidades técnicas, las estrategias narrativas), sino esa época en que un libro tenía la obligación implícita de ser todo un mundo porque, para un ciudadano/lector medio, resultaba imposible conocer el mundo entero. La solución, entonces, pasaba por tener al mundo en las manos y en las manos a un libro.
¿Quiénes revitalizan esta tradición de La Gran Novela Norteamericana?
Denis Johnson, Bruce Wagner, Rick Moody, William T. Vollmann, De Lillo, Thomas Pynchon, Richard Powers... Hay muchos, demasiados, por suerte.
Dijiste que Paul Auster es "como la Coca Cola". ¿Cuánto hay de elogio y cuánto de ironía en eso?
Mitad y mitad. Auster me parece un gran narrador, pero no es un gran escritor. Es decir: maneja los resortes de tramas imposibles -a menudo inverosímiles fuera de sus libros- con mano experta. Difícil dejar de leer cualquiera de sus novelas. Pero, al mismo tiempo, mientras las lees, por lo menos en mi caso, siento que me están vendiendo, no diría gato por liebre, pero sí conejo por liebre. He sentido esto más que nunca en su reciente y autohomenajeante Travels in the Scriptorium. Para mí, lo mejor de Auster no está en sus libros (aunque siento admiración por La invención de la soledad y Leviatán), sino en su guión para el film Smoke.

En la foto: Rodrigo Fresán. "Auster me parece un gran narrador, pero no es un gran escritor", afirma.