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viernes, noviembre 17, 2006

Sobre Estambul de Orhan Pamuk

Hoy en sus Críticas ejemplares del weblog El boomeran(g), el escritor mexicano Jorge Volpi incluye una reseña de Christopher De Bellaigue del The New York Times al libro de memorias Estambul del último premio Nobel de literatura Orhan Pamuk. Volpi comenta y presenta la obra reseñada con las siguientes palabras: "Producto de una coincidencia asombrosa, o de una genial apuesta de mercado por parte de sus directivos, la editorial Mondadori publicó en castellano la traducción de Estambul, las memorias de Orhan Pamuk, prácticamente la misma semana que la Academia Sueca anunciaba que le había sido concedido el Premio Nobel. Desde entonces, la polémica en torno a la elección no ha cesado de crecer: a diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, en ésta nadie duda de la calidad literaria de la, digámoslo sin ambages, breve obra del escritor turco —lo cual no deja de resultar sorprendente—, pero nadie duda tampoco de que se trata de uno de los premiados más políticamente correctos de los últimos años (y eso que la Academia se ha distinguido en las últimas fechas por escoger escritores cuyos posiciones políticas son más notorias que sus obras). En efecto, no ha cesado de afirmarse que Pamuk concilia perfectamente Oriente y Occidente —aunque pocos precisen lo que esto significa— y, en una época dominada por el enfrentamiento entre el fanatismo cristiano de George Bush y el fanatismo islámico de Osama Bin Laden, Pamuk refulge como el perfecto ejemplo del musulmán laico, capaz de denunciar cualquier forma de extremismo. Pamuk se hizo famoso para muchos al ser acusado por un tribunal turco de denigrar a su patria por sus declaraciones sobre el genocidio armenio, pero también se caracteriza por su rechazo frontal a quienes identifican el Islam con una civilización guerrera o cruel". Y De Bellaigue señala en su texto entre otras cosas lo siguiente: "En estas memorias de juventud, como en las seis novelas que ha ambientado en la ciudad, Estambul sólo guarda una fugaz semblanza con el sonriente y vibrante lugar que los occidentales conocen por haber pasado las vacaciones allí. La ciudad natal de Pamuk rara vez es consoladora; con más frecuencia resulta perturbadora y maliciosa, con una voz amortiguada y unos colores apagados por las nevadas que caen más a menudo en la imaginación del autor que en la vida real. 'Desde una edad muy temprana, sospeché que en el mundo había más de lo que yo podía ver', escribe Pamuk, y así es. Lejos de ser un reconocimiento convencional a los esplendores naturales y arquitectónicos de la ciudad, Estambul habla de una melancolía invisible y del modo en que ésta actúa sobre un joven imaginativo, afligiéndolo pero aguzando su creatividad".

En la foto: carátula de Estambul.