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sábado, noviembre 18, 2006

Abelardo Oquendo sobre Puta linda

Hoy Abelardo Oquendo comenta en su columna de la sección cultural de La República la novela Puta linda de Fernando Ampuero partiendo desde su recepción periodística en un medio categorizado como uno dividido entre criollos/'hegemónicos' y andinos/'excluidos'. "Las niñas malas de nuestra época parece que ayudaran más a vender, desde las portadas, que a hacer buena literatura. Una excepción memorable en el último medio siglo es –aunque su título alude apenas al viejo oficio- El jardín de las bellas durmientes, de Yasunami Kawabata, donde las bellas, narcotizadas o muertas, no lo ejercen, propiamente. Algo de esa parálisis ha trascendido. Por lo pronto, afecta al viejo alegre de las putas tristes, del narrador colombiano [García Márquez], y al Luis Alberto de Ampuero, que paga por oír y muere sin escribir el libro para el cual vivía. El lector, así, tiene que resignarse a la transcripción de sus apuntes hecha por Tapia, el amigo y confidente", señala Oquendo. También dice: "En la narrativa peruana no abundan los personajes inolvidables, y menos aún los femeninos. Noemí es un boceto desenfadado, fresco y vital antes de su domesticación limeña. Es notable cómo el autor hace leves las situaciones más crudas sin valerse de ningún eufemismo, tratándolas crudamente. Pocos como él manejan con naturalidad el sexo, donde nuestros narradores suelen desentonar o trastabillan".
Pienso que Puta linda puede perfectamente diferenciarse en dos partes, ambas relacionadas con la vida de Noemí: la etapa piurana, "entre el campo y la playa, lejos de la ciudad" (26), "a diez kilómetros de un pueblito de Piura" (30), y la etapa limeña. Partes entretejidas por los diálogos de Noemí con Luis Alberto y de éste con Tapia. Aquí veo en mi ejemplar que al final del capítulo 7 anoté (esto se los comparto, es un borrador de borrador): "Del ahora (1992) y su pasado (el Niño, etc) al futuro de la dictadura: 1992-2000".
Para mí lo mejor de la novela se da cuando se narra (capítulos 3 y 4) la etapa de abuso sexual cometido por el cojo Braulio (conviviente de la mamá de la protagonista, es decir, quien representa a la figura paterna) con la niña linda (doce años) Noemí y su hermana Luzmila, dos años mayor que Noemí y descrita a través de un comentario de tono coloquial como "retrasadita la pobre" (27).
Respecto a la segunda parte, básicamente aquí mi interés se centró en asociaciones de orden temático con otros libros de autores peruanos. Menciono esas asociaciones de modo muy general: "la Italianita" (87) con las chilenitas del primer capítulo de Travesuras de la niña mala de Vargas Llosa. El travesti cubano asentado en Lima, al que matan de veinte puñaladas, y que "ejercía el putería callejero en un barrio rico. Su zona era el puente de la Vía Expresa y la avenida Javier Prado" (84), el cual recuerda a los travestis de Salón de belleza (1994), la novela de Mario Bellatin, travestis que ejercen la prostitución en concurridas y transitadas avenidas. La "banda homofóbica que se hacía llamar 'Los Matacabros'" (89) obviamente con el primer libro de cuentos de Sergio Galarza Matacabros (1996), y que aparece ya en Salón de belleza como la Banda de los Matacabros. La presencia de "el Doc [Vladimiro Montesinos]" (57-58, 108) que está también en Grandes miradas (2003) de Alonso Cueto. O la aparición de una "combi asesina" (115) matando personas, que en lo personal me recuerda la muerte del poeta Carlos Oliva.

En la foto: Fernando Ampuero.