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jueves, octubre 26, 2006

Reflexiones a propósito de La hora azul de Alonso Cueto

Por Enrique Congrains Martin

Como definición de "gran novela" o de "narrativa importante" se ha propuesto aplicar estos calificativos a aquellas obras que permiten distintos niveles de lectura o, si se quiere, diversos enfoques, prácticamente uno propio según la óptica de cada lector.
Y esto es lo que ocurre con La hora azul, Premio Herralde, la última novela de Alonso Cueto. Por ejemplo, podría inscribirse, junto con Abril rojo de Santiago Roncagliolo, en una veta, apenas explorada, sobre la guerra civil que el Estado peruano libró contra la insurgencia guerrillera de Sendero Luminoso. También posee elementos de investigación policial y de trhiller de suspenso, con el verismo y los ritmos muy bien manejados.
Pero siendo cierto todo lo anterior, La hora azul no aporta -ni tampoco pretende hacerlo- ningún esclarecimiento explícito sobre los por qués de nuestra guerra civil andina. O sí lo aporta implícitamente: es que no somos una nación homogénea o compacta sino más bien un mundo terriblemente marcado por diversas distancias insalvables: ciudad capital versus resto del país; costa versus sierra; élites limeñas versus pobrerío andino.
En cambio, y un poco como sin querer queriendo (porque no lo enfatiza, solo lo presenta, excepto al final, donde sí emite un demoledor juicio crítico), Cueto presenta un panorama sombrío sobre uno de los pilares de la sociedad burguesa: el matrimonio.
Antes de apuntalar lo dicho arriba, viene al caso recordar que una consigna de la ultra derecha militante y fundamentalista es proponer la triada de "Dios, Patria y Familia" como principal referente ideológico. Y este lema revela su verdadero perfil si lo contraponemos frente a la triada que surgió de la revolución francesa; "Libertad, Igualdad, Fraternidad".
Ahora bien, y volviendo al lema de la ultra derecha, ya sabemos que Dios no pasa, en el mejor de los casos, de ser una hipótesis; en cuanto a la Patria, Cueto, la historia, y la propia memoria colectiva lo dicen: tuvimos nuestra guerra civil, además de que con ella o sin ella, convivimos con nuestra consubstancial división (Arguedas dixit) de los "zorros de arriba y los zorros de abajo". Y respecto a la familia, ésta tiene como único sustento el matrimonio.
Y es justamente sobre el matrimonio donde la novela de Cueto nos aporta un panorama tan real como pesimista. Veamos, pues: el matrimonio del primer Ormache, el comandante de la marina que ejerció el mando en Ayacucho, apenas duró dos años. En otras palabras, matrimonio y retroceso inmediato (y sin esperar la crisis de los siete años). El matrimonio del personaje Chacho es una relación (pág. 70) basada en el "todo el día peleamos. Yo le pego también, a veces tengo que darle duro para que entienda, es una bestia la mujer".
Sin tanto dramatismo o sin tanto trapo sucio que se lava entre paredes, el matrimonio del protagonista, el exitoso abogado Adrián Ormache, no pasa de ser una cáscara hueca, a punto que en la novela Cueto menciona que el estar casado, o bien casado (sábanas afuera), es necesario para la adecuada carta de presentación de un abogado de prestigio. Más bien, y a diferencia de lo que vive o de lo que siente por su esposa Claudia ("incluso hacíamos el amor, con placer, de vez en cuando", pag. 239) las dos relaciones más cabalmente humanas o más empáticas son las que Adrián Ormache tiene con su secretaria Jenny (relación cómplice) y con su amante Miriam (relación erótica).
Con las propias palabras del autor (pag. 297) veamos este diagnóstico de lo que es el tercer pilar de ese edificio ideal del esquema burgués, la familia, o sea el matrimonio: "...que tenemos una familia y que tenemos a una pareja que nos han sido dados por un azar de la voluntad, el hecho de que alguna vez una muchedumbre de gente nos oyó decir 'sí' en una iglesia. Y nuestra tragedia (ojo, Cueto no dice ni problema ni drama sino tragedia) no es comprobar que hemos dejado de amar o de querer a esa persona, sino que detrás de las amarguras la seguimos queriendo sin comprenderlo, con la pasión resignada de la costumbre".
Dicho más resumidamente, el matrimonio deviene en una simple y pura inercia.
A manera de conclusión, aunque el ejército, la burguesía, el Estado, ganaron la guerra civil contra Sendero Luminoso, La hora azul de Alonso Cueto deja entrever que esa misma burguesía sigue enfrascada en esa otra silenciosa y múltiple guerra civil, aquélla en que devienen la mayoría de relaciones conyugales. Más claramente, La hora azul no se agota en presentarnos las consecuencias bastante posteriores, veinte años después, de la guerra civil, sino que como tema no central dentro de la novela hace un diagnóstico realista de la trampa matrimonial, o sea de la familia, y recordemos que la familia, dicen, es el verdadero y principal tejido de toda sociedad.

Lima, octubre del 2006


En la foto: carátula de la edición en portugués de La hora azul.