zonadenoticias

miércoles, octubre 25, 2006

Carlos Yushimito sobre Guerra a la luz de las velas

Veo en Letras.s5 un muy buen trabajo del narrador Carlos Yushimito (a quien se debería prestar mayor atención que la que ha venido recibiendo) al libro de cuentos Guerra a la luz de las velas de Daniel Alarcón (ambos autores nacieron el mismo año: 1977). El énfasis del trabajo de Yushimito se sitúa en el tema de la emigración: "Guerra a la luz de las velas presenta nexos evidentes que conectan la obra de Daniel Alarcón con la de varios miembros de la Generación del 50. Encontramos en este diálogo no sólo afinidades superficiales, como la reivindicación del género cuentístico o la tendencia realista del mismo, propia del periodo; sino, sobre todo, en el proyecto aún en formación que viene desarrollando Alarcón, en el que sin duda resaltan reflexiones paralelas al tema de la migración y al de la identidad fragmentada que producen individuos sin centro, erráticos y solitarios en proceso de adaptación a una nueva cultura. Uno de los grandes méritos de Alarcón consiste, por lo tanto, no sólo en haber obtenido una voz literaria peculiar estilísticamente hablando, sino también en haber hecho orgánico un conjunto de historias que exploran desde diversos ángulos el problema de la identidad del sujeto migrante", afirma. También dice: "Es quizá 'Ciudad de payasos', el cuento más ambicioso del conjunto, el que mejor puede dar una idea sobre el análisis profundo de la realidad que Alarcón es capaz de sacar en claro. Este fresco impecable sobre la periferia limeña, nos muestra como ninguno el estrecho diálogo que establece Alarcón con algunos autores de la generación 50, como Ribeyro o Congrains. También reflexiona sobre la migración interna (la migración de la familia del personaje y posteriormente del personaje mismo de Cerro de Pasco a Lima; los desplazamientos hacia el colegio de San Isidro en el cual lo becan; la migración de Chino fuera de la periferia de San Juan de Lurigancho), y la corrupción del padre en esa guerra que le exige la supervivencia en la ciudad, se trasmite con la desapasionada errancia del personaje convertido en payaso mientras recorre la ciudad en un autobús. La mirada del otro permanentemente puesta en debate para concluir que la identidad no es más que una realidad maquillada en la que los demás no reparan, zombis en su indiferencia frente a los que no pertenecen a ella. Esta sensación de no pertenencia y desconcierto frente al lugar adoptado, este deambular por sitios siempre de paso, puede leerse, asimismo, en el camino del protagonista hispano en 'El Señor va montado sobre una nube veloz', un cuento con el aliento de Hemingway, como lo quiso ser, aunque fallido, "Un muerto fuerte'". Y en la parte final, sostiene lo siguiente: "Observando la repercusión de la narrativa peruana actual en los medios canónicos -específicamente con novelas como Abril rojo, de Santiago Roncagliolo o La hora azul de Alonso Cueto-, uno se pregunta si es verdad que esta producción representa, de alguna manera, la culminación estética de una propuesta; es decir, si la calidad coincide merecidamente con el prestigio que legitiman algunos premios de importancia; o si, como dijera Basadre, también en este caso nos encontramos frente a una 'prosperidad falaz'. No es propósito de este ensayo responder a esta cuestión. El tema de la violencia política que unifica (y no por coincidencia) las dos novelas en mención han arrastrado la atención hacia Daniel Alarcón, a mi entender, restándole los méritos que, fuera de esta focalización desmedida, tiene frente al mencionado y riquísimo matiz sobre la migración que propone. Sobre esa otra violencia, sobre el desarraigo y la persistencia de la condición humana y su supervivencia poco, en verdad, se ha dicho. Visto así, heredero de la generación del 50 que documentó, o mejor dicho, no tuvo otra opción que documentar por su propio peso histórico los cambios que la migración interna había producido en nuestro país, lo de Alarcón testifica desde un espacio global lo que este mismo fenómeno produce, una mirada honesta sobre un mundo igualmente dividido, legitimadamente universal que nos hace reflexionar sobre los verdaderos espacios que nos dan carta de ciudadanía".

En la foto: carátula del libro de cuentos de Daniel Alarcón.