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lunes, setiembre 18, 2006

Hotel Lima de Miguel Ildefonso

Miguel Ildefonso me hace llegar un fragmento de su nuevo libro de próxima aparición, Hotel Lima, del cual Letras.s5 ya ofreció un adelanto en su oportunidad. Agradezco a Ildefonso este envío inédito suyo en esta coyuntura concreta; envío que acompaña a su vez con la foto de un dibujo que el pintor Humareda hizo en la pared de su habitación 283 de dicho hotel, la cual ilustra este post. También me comunica esto de aquí:
"Aprovecho en anunciar el siguiente proyecto: PRENDIENDO EL FUEGO. Para el 21 de noviembre (a 20 años de su desaparición) se hará un homenaje al pintor Víctor Humareda. Consistirá en recitales de poesía y música en:
3:30 pm. En el cementerio Presbítero Maestro (donde está enterrado)
5 pm. En la habitación 283 (en el ex-Hotel Lima, donde vivió)
6:30 pm. En el bar Cordano (donde solía tomar sus manzanillas)
Se invita a poetas, artistas y público en general a participar".

A continuación, el fragmento mencionado (valga señalar sólo de paso que Dante es el segundo nombre de Miguel Ildefonso).

(Hotel San José)

-Dante: Me señalaron este camino. Vine porque siempre quise saber cómo era Él. Sé que no soy como los otros, que tengo muchos temores, que los temores han carcomido mis sueños y hasta lo que veo con los ojos abiertos. Por eso quiero conocer al Maestro, porque me han dicho que Él apacigua el dolor. Aquí me han dicho que espere, Él pasará con sus discípulos. Yo me acercaré a Él, le tocaré la mano, derecha o izquierda, y le pediré que me acepte. Lo seguiré adonde vaya. Allí viene. Aquí está el Maestro. Pero viene solo.
-El Maestro: Me dijeron que estabas buscándome, vine sólo porque hace dos días que no veo a estos... ¿cómo los llaman?, "apóstoles". Tal vez tú sabes algo de ellos.
-Dante: No sé nada. Yo sólo lo buscaba a usted para seguirlo al igual que ellos. Pero veo que ya no tiene a nadie.

-El Maestro: No me explico. Hasta hace dos días todo marchaba bien. Hacía mis sermones en el monte; luego cenábamos, compartiendo como siempre hasta el último pan y la última gota de vino.
-Dante: Quizás han sido tomados presos, Señor. Todos saben que usted no es bien visto por los viejos sacerdotes ni por el "Estado". Quizás la orden contra usted ya está dada y sólo falta el momento indicado. Si lo capturan, Señor, quisiera estar con usted. Mi intención es seguirlo si fuera posible hasta la misma cruz.

-El Maestro: Deberías decir, más bien, hasta el Paraíso. Pero al igual que tú, todos me prometieron seguirme hasta la muerte. Y ya ves, ahora estoy solo.
-Dante: Pero yo no renunciaré a mi promesa. No me importa lo que hagan conmigo o lo que digan de mí.
-El Maestro: No sé en qué momento he dejado de ser el Elegido; ahora soy un hombre que se encuentra solo. Nada más. ¿A quién juzgarán entonces? A un simple mortal, a un hombre inocente. Escucha bien: hubo un tiempo en que vino el Hijo de Dios a salvar a todos los hombres de los pecados; vino para ser crucificado, para redimir al hombre. Pero fueron los hombres mismos los que lo crucificaron, el poder lo condenó, el poder terrenal, y así se cumplió la voluntad del Padre Todopoderoso. Sin embargo, el Hijo del Creador al hacerse matar mató también aquella voluntad divina, la quebró sin saberlo, o sabiéndolo (qué más da), y cumpliendo al pie de la letra el designio caprichoso de su Padre. Y al cumplirlo a cabalidad se burló de Él, se rió al hacerlo, porque siendo hombre fue Dios, siendo ángel transformó todo el mundo en su caída.
-Dante: ¿Y la verdad que usted predica?
-El Maestro: Es solamente mi verdad. No hay imagen ni semejanza de nada. Por eso yo no voy a curar tu dolor. Eso lo dejo para los charlatanes. Aunque llegues a creer totalmente en mí o en lo que dicen mis palabras, llegará el momento en que dudes de todo. El lenguaje se cansa. Y finalmente me matarás.
-Dante: Antes de eso preferiría matarme yo mismo, Señor.
-El Maestro: Ya no importa. ¿Cómo te llamas?
-Dante: Dante.
-El Maestro: No te has dado cuenta qué lugar más extraño es este.
-Dante: Es muy tétrico. Si no fuera porque estoy con usted, que lo he encontrado aquí tal como me lo indicaron, diría que se trata de la muerte.
-El Maestro: Pero es un burdel.
-Dante: Da igual, es lo mismo, ¿cierto?
-El Maestro: Muy bien, veo que me has entendido. Creo que no perderé el tiempo contigo. Ahora vayamos a explorar este lugar tan lúgubre.



En la foto: "Poetas del Perú, cuando yo esté bajo tierra ya consumido por el tiempo, reúnan todos mis huesos y préndanles fuego", frase atribuida a Humareda.