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sábado, setiembre 23, 2006

Abelardo Oquendo sobre Intermezzo tropical 4

Hoy en su columna Inquisiciones de la página cultural de La República, Abelardo Oquendo publica un comentario al cuarto número de la revista de literatura Intermezzo tropical, la cual, sostiene, "puede ubicarse, por el carácter de sus entregas y la amplitud de sus intereses, más al lado de Ajos & Zafiros que de la extinta more ferarum, la menos convencional y más artística del trío". También señala lo siguiente: "Las preocupaciones del grupo que anima esta revista no se restringen a lo literario. La propia Victoria Guerrero, en su presentación del nuevo número del órgano que dirige, confirma que 'continúa en su camino de desentrañar nuestros procesos culturales, sin perder de vista los procesos sociales y políticos de cada época'. Esta actitud es tanto más saludable por cuanto es aquí abierta". Y a continuación destaca una de las reseñas aparecidas en la revista: "Sin embargo, hay una reseña crítica que acerca al límite de lo plausible la perspectiva sociopolítica. Al comentar La hora azul, de Alonso Cueto, Enrique Bernales (el poeta, no el constitucionalista) juzga la novela en tanto que supuesta alegoría de un proyecto nacional reconciliatorio y encuentra su representación de los sectores sociales estereotipada y prejuiciosa, clasista incluso. No se quiere acá anotar discrepancias puntuales con el autor sino extrañar la recurrencia de un tipo de crítica ideologizada, un tipo de crítica que se atiene al 'contenido' de la obra literaria con desentendimiento de su 'forma' –dicotomía que resucita en la práctica algo que la teoría enterró hace mucho. Establecida así la prevalencia de la 'realidad' referida sobre la función estética, se arriba a condiciones similares a las que dieron lugar a la deplorable mesa redonda sobre Todas las sangres, que tanto afectó a Arguedas. Por esa vía se puede llegar, en casos extremos, al modo de leer de los jueces de la Santa Inquisición, de los comisarios soviéticos o de los burócratas del macartismo, tan afines. Sin duda, es más fácil leer desde una convicción y su ética –por eso se incurre tanto en ello- que leer una novela como novela, un poema como poesía, es decir que entender el arte como lo que es: arte".
Comento. La reseña de Enrique Bernales, en opinión de Oquendo, "acerca al límite de lo plausible la perspectiva sociopolítica" propugnada por Intermezo tropical. Oquendo también señala que no va a "anotar acá discrepancias puntuales con el autor" de la reseña, sino que manifestará más bien su extrañeza por "la recurrencia de un tipo de crítica ideologizada, un tipo de crítica que se atiene al 'contenido' de la obra literaria con desentendimiento de su 'forma' –dicotomía que resucita en la práctica algo que la teoría enterró hace mucho". Más allá de la reseña misma (que pueden leer aquí y juzgarla por sí mismos), me interesa sobre todo resaltar esta última cita de Oquendo para traer a colación una propuesta de lectura crítica apuntada por Eduardo Chirinos en su libro Nueve miradas sin dueño. Ensayos sobre la modernidad y sus representaciones en la poesía hispanoamericana y española, lectura que consiste en "comprobar que en el texto literario ocurre lo que Slavoj Zizek [en El sublime objeto de la ideología] ha observado respecto de la mercancía y el sueño: que toda pregunta por la 'forma' debe ser formulada no en torno a los 'contenidos' que supuestamente oculta, sino en torno a las razones por las que los contenidos adoptan precisamente esa 'forma'" (pág. 13). Es decir, regresando a las reflexiones de Abelardo Oquendo a lo que denomina como "crítica ideologizada" (se sabe a lo que se refiere, así que no es necesario abundar aquí), ésta debe procurar siempre preguntar y reflexionar sobre el contenido de una obra de arte desde la forma que la misma presenta, encontrar en la forma "las razones por las que los contenidos adoptan precisamente esa 'forma'", que pide Zizek. Eso por un lado. Por otra parte, si se deja de lado esta visión, es cierto que se corre el siguiente riesgo enfáticamente manifestado por Oquendo: "Establecida así la prevalencia de la 'realidad' referida sobre la función estética, se arriba a condiciones similares a las que dieron lugar a la deplorable mesa redonda sobre Todas las sangres, que tanto afectó a Arguedas. Por esa vía se puede llegar, en casos extremos, al modo de leer de los jueces de la Santa Inquisición, de los comisarios soviéticos o de los burócratas del macartismo, tan afines". Sin embargo, lo que sí hay que tener cuidado es que, por temor a caer en estos "casos extremos tan afines", al "leer una novela como novela, un poema como poesía" se caiga en el llano inmanentismo de "entender el arte como lo que es: arte". Por que aquí la pregunta eterna es: ¿qué es el arte? O, más puntualmente, ¿qué es la literatura? En cualquier caso, y regresando al objeto original de estas ideas, es decir, a la reseña de Enrique Bernales sobre La hora azul de Alonso Cueto, de lo que se trata es de atender también a su juicio central, resumido del siguiente modo (de la siguiente forma) por Abelardo Oquendo: ver a esta novela de Cueto como la "alegoría de un proyecto nacional reconciliatorio y [que] encuentra su representación de los sectores sociales estereotipada y prejuiciosa, clasista incluso". ¿Da en el clavo Enrique Bernales o más bien se equivoca de cabo a rabo? Nuevamente, pueden leer la reseña aquí.

En la foto: Alonso Cueto. He oído decir, pero aún no he podido ver, que ya circula por las calles de Lima la edición pirata de La hora azul.