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domingo, agosto 13, 2006

Bohemia y dandismo en el Perú de inicios del siglo XX

El Dominical de El Comercio publica hoy una interesante entrevista de Alonso Rabí do Carmo a la crítica argentina Mónica Bernabé a propósito de su reciente publicación Vidas de artista. Bohemia y dandismo en Mariátegui, Valdelomar y Eguren (Lima, 1911-1922), en el que "nos propone una nueva visión del dandi -más allá de sus máscaras de frivolidad y de su retórica para espantar al buen burgués- y nos aproxima a un periodo de gran ebullición cultural en nuestro medio", tal y como señala Rabi. Incluyo algunas de las preguntas:
En su libro analiza a tres figuras capitales para la literatura peruana: Mariátegui, Valdelomar y Eguren en torno del dandismo y la bohemia. ¿Qué significado tienen estas prácticas?
En la crítica de la época encontré que tanto el dandismo como la bohemia eran datos que se anotaban al margen, era información a la que no se concedía importancia y que, en todo caso, no se dibujaban como rasgos centrales, sino pintorescos. Por eso el libro comienza con una lectura de Los raros, de Darío, un libro esencial para comprender la formación de la figura del escritor moderno en Hispanoamérica. Leyendo a Darío supe que la bohemia y el dandismo iban más allá de la construcción de un personaje; eran una matriz para comprender al artista moderno, un modo de exploración de la subjetividad moderna. En Los raros se prefiguran una serie de relaciones entre la literatura, la sociedad y la economía.
¿Qué otras razones pueden servirnos para explicar las relaciones entre el dandismo y la modernidad?
Detrás de la frivolidad y la futilidad del dandi, hay una recusación del utilitarismo, que es el fin último de la praxis burguesa. El dandi entonces es una instancia de crítica al modo de vida de la burguesía. El fundador del dandismo fue George Brummel, nieto del pastelero del rey de Inglaterra, que a través de la moda terminó dominando a la aristocracia más poderosa del mundo en ese momento. Esa moda de Brummel ya renegaba del boato en la vestimenta. El cruce entre el dandismo y la literatura tiene dos figuras fundamentales, que son Byron y Baudelaire. Este último nos dice, en El pintor de la vida moderna que el dandismo es una reacción contra la incertidumbre que produce en el sujeto la vida moderna.
Luego la idea llega a América Latina. ¿Qué rasgos propios adquiere el dandismo entre nosotros, qué lo distingue de su modelo europeo?
Se podría pensar que aquí hay un dandismo vivido desde la pobreza y la precariedad. En el caso de Valdelomar, digamos, el dandismo, desde la lectura fundacional de Sánchez (Valdelomar o la Belle Époque), lo que hay es un desdoblamiento: por un lado parte de la crítica lo ve como alguien frívolo y decadente, provocador y cosmopolita; por otro lado estaba el verdadero Valdelomar, el autor de cuentos como "El caballero Carmelo", el íntimo pintor de su aldea iqueña, en fin. El dandismo es una mascarada en Valdelomar y allí aparece la vuelta de tuerca para pensar en el dandismo más allá de esas dualidades. Lo más interesante es que todo esto en Valdelomar apunta a la construcción de un escritor distinto al de su época, es decir, distinto al letrado tradicional, al escritor que veía la literatura como una mera extensión de su quehacer institucional, fuera político, magistrado, etcétera.
¿Qué hilo articula y une las figuras de Mariátegui, Valdelomar y Eguren? ¿Solo el dandismo?
Varias cosas. La primera es que los tres sentaron las reglas del arte moderno en el Perú y fueron personas que se propusieron vivir como escritores, decidieron hacerlo así. Y en Eguren hay una conciencia moderna desde que escribe más allá del chocanismo imperante. Otro punto de encuentro importantísimo es que se trata de tres autores que representan la génesis de la vanguardia en el Perú. Y eso no es poco decir.


En la foto: carátula del libro publicado por el Instituto de Estudios Peruanos.