zonadenoticias

miércoles, mayo 24, 2006

Inocencia y contundencia

Dentro de su gira de presentación de Abril Rojo (supongo que su visita a Lima será para la Feria del Libro), Santiago Roncagliolo estuvo ahora en Buenos Aires, donde dio algunas declaraciones interesantes respecto a su novela. Dijo por ejemplo que "el personaje de Chacaltana representa en cierta forma a la sociedad peruana, desde su costado negador y algo psicópata también, que prefirió esconderse en el artificio de la legalidad para no querer ver lo que ocurría a su alrededor". No sé hasta qué punto se trata de no ver, pues aún no termino de leer la novela (en realidad, recién la estoy empezando). Leo en sus primeras páginas, sin embargo, la siguiente descripción: "Abrió su periódico. El titular anunciaba un plan de fraude del Gobierno para las elecciones de abril. Empezó a leer con disgusto, pensando que esas sospechas se debían denunciar al Ministerio Público para su pertinente aclaración antes de publicarse en la prensa causando lamentables malentendidos" (pág. 20). Este titular y su lectura por parte de Chacaltana son del 9 de marzo del año 2000, es decir, exactamente un mes previo a las elecciones presidenciales, cuyos métodos y resultados fraudulentos son ampliamente conocidos. No hay pues aquí un "artificio de la legalidad" para no ver las cosas que ocurrían y se venían dando. Se trata del pensamiento mismo del personaje, construido por Roncagliolo para utilizar como actor central de la trama de corte político, con amplia base en hechos reales (véase la "Nota del autor", pág. 329), con la que ha querido ofrecer su interpretación de este periodo particular de la historia del Perú. Siendo Chacaltana un personaje que "nunca ha hecho nada malo, nunca ha hecho nada bueno", su ingreso al infierno en Ayacucho no puede ser menos inocente, por decir lo menos.
En Buenos Aires, Roncagliolo también comentó que "antes, la manera de narrar en América Latina era con la consigna política, pero creo que ahora es con el humor negro". Estas palabras suyas pueden insertarse dentro de su idea o concepción de "momentos distintos" en la literatura peruana sobre la violencia política. Y aquí me viene a la mente, leyendo estas declaraciones de Roncagliolo, una ausencia por parte del otro autor del tema de la violencia política en la novela peruana post-CVR, Alonso Cueto, con La hora azul, de opiniones suyas que marquen o registren puntos de vista sobre este proceso de la novelística peruana. Es decir (y digo esto sabiendo que toda generalización está condenada a la inexactitud), más allá de señalar que su novela es un "cuento de hadas al revés", Cueto no ha nutrido u ofrecido mayores datos u opiniones que profundicen sus puntos de vista. En ese sentido, entre Roncagliolo y Cueto, los dos ganadores de sendos premios de novela, el Alfaguara el uno, el Herralde el otro, ambos con novelas de temática similar, me parece que Santiago Roncagliolo ha venido ofreciendo, en función de su obra, mayor número de declaraciones literarias, culturales, políticas mucho más significativas y reflexivas que Alonso Cueto. No sé a qué se deba esto. No creo tampoco estar descaminado en mi percepción.
Finalmente, encuentro en el número de este mes de la revista Nexos una reseña a La hora azul escrita por Sergio Galarza. Transcribo un pasaje de la misma: "Cueto utiliza un lenguaje sencillo que ayuda a pasar las páginas, lo cual no significa que la lectura sea gratificante. Es cierto que existen algunos destellos en determinadas construcciones de atmósferas, pero su escasez es notoria y no se aprovechan los contrastes de una ciudad como Lima, cuyo mayor atractivo visual es apreciar cómo el desorden y el caos han trepado por paredes y techos. Cómo la modernidad y el pasado, el progreso y la desigualdad, mantienen un constante enfrentamiento en las calles limeñas; el cambio de un barrio a otro es radical. Este detalle no resalta con la contundencia que merecería la historia". Y las líneas finales: "Siendo Alonso Cueto un escritor que cuenta con una larga trayectoria, se espera que en un momento pueda sorprender a los lectores con un libro de verdad contundente".
Más contundencia, Cueto, ese quizá sea el reclamo.